lunes, 23 de mayo de 2011

UNA IDEA ACERCA DE LAS VERRUGAS

María Estela Bruzzon
Darío Obstfeld

UNA IDEA ACERCA DE LAS VERRUGAS

Las verrugas son lesiones inducidas por papiloma virus (PV) cuya morfología adquiere las características de tumores benignos. Se localizan principalmente en la piel y con menor frecuencia en mucosas y semimucosas.

El papiloma virus humano (HPV) afecta más frecuentemente a niños y adultos jóvenes. Si bien su máxima incidencia se sitúa entre los 12 y 16 años de edad, también pueden aparecer en mayores de 40 años.

La localización más común es en el dorso de las manos, plantas y zonas supra y periungueales. Se han descripto también diferentes tipos de verrugas con variaciones morfológicas y topográficas coincidentes con distintas cepas de HPV.

El aspecto típico de las verrugas es el de una superficie rugosa, circunscripta, de color oscuro, cuyo diagnóstico diferencial se hace a partir de la histopatología. En ella se observa papilomatosis, hiperqueratosis y paraqueratosis con acantosis (Fitzpatrick y colab., 1993).

La patogénesis de estas lesiones es incierta habiéndose presupuesto la hipótesis del contagio y la del autocontagio, a partir de soluciones de continuidad en la epidermis. También se ha postulado una mayor incidencia de cierto tipo de verrugas en los casos de maceración de la piel y la participación del factor inmunitario (Ibid).

En esta ocasión intentaremos profundizar en un aspecto del sentido inconciente contenido en la intimidad de las verrugas sin hacer discriminación sobre las variaciones antes mencionadas.

Hacia una interpretación del significado

Chiozza y colaboradores (1991i[1990]) consideran que la piel desempeña las funciones de superficie de contacto y continente. A partir de ideas de Anzieu, quien plantea que una de las funciones del Yo-piel es asegurar la constitución del sí mismo bajo la forma del sentimiento de existir como un ser único, los autores sostienen que la cualidad de “propio” está en estrecha relación con el reconocimiento externo de lo que mostramos de nosotros mismos a los demás. En este sentido sostienen que “la mirada del otro confiere también una significación al sentimiento de sí mismo” (Pág. 176). Además, destacan la importancia de la piel en su función simbólica de autorepresentación del sujeto. Para ello se fundamentan en ideas de Portman quien considera que, “la variaciones de la apariencia atestiguan variaciones de la interioridad” y que la imagen representa algo esencial de aquello “otro”, más “completo”, que permanece oculto. La forma de un ser vivo, tanto en su valor funcional como estético, “es un elemento portador de señales”, es decir, su “presentación” encierra siempre un significado (Pág. 177).


Una hipótesis sobre “el misterio” de la verruga

Watzlawick (1980) dice que desde tiempos remotos es conocida la eficacia de la influencia “mágico-supersticiosa” en el tratamiento de las verrugas. Comenta que popularmente existe el mito que si se le “compra” una verruga a un niño y, por lo tanto, deja de pertenecerle, prontamente desaparece. Agrega que sobre la base de esta interacción simbólica absurda, se produce un resultado totalmente concreto: se contraen los vasos sanguíneos que irrigan esa excrecencia y se reseca el tejido.

En este sentido nos resultó sugestiva la cantidad de mitos populares que poseen un contenido mágico, vinculados a la terapéutica, en las cuales se mencionan el valor de los conjuros, rezos, fórmulas mágicas, imposición de manos y otros rituales realizados por la “bruja local” a los fines de eliminarlas.

Para Freud (1913[1912-13]), de la mano de la cosmovisión animista que pervive en el hombre contemporáneo en las creencias supersticiosas y mágicas, bajo el nombre de ‘ensalmos’ o ‘brujería’, subyace “una indicación sobre el modo de proceder para adueñarse de hombres, animales y cosas o de sus espíritus” (Pág.82).

Dentro de esta cosmovisión aparece la representación de “la bruja” quien, para la imaginería popular, es una figura que se relaciona con el “mal” a partir de un “pacto con el Diablo” por el cual realiza cosas extraordinarias. Se la describe con cualidades perversas y transmite la idea de un comportamiento bajo y rastrero (DRAE, 1950).

Como sabemos, esta representación responde a la proyección de una imago madre “mala” y, como contrafigura idealizada, surge la representación del hada bienhechora. Así, mientras una es fea, mala y sucia la otra es linda, buena y pulcra. (Volveremos más adelante sobre este tema).

Dahlke (1998) destaca que en el mundo de los modelos arquetípicos la verruga “es uno de los distintivos del mal” (Pág. 313) y por lo tanto se le otorga un valor negativo. Según el autor, esta excrecencia despierta oscuras asociaciones que incluyen a la bruja y al sapo , ambos símbolos del Diablo o de los poderes ocultos en general. Considera además, que dicha condición de “maldad” “nacería” del “interior” del sujeto como fantasías que se expresan a través de esa alteración dérmica.

Podríamos asumir que “el mal”, en este contexto, representaría a aquellos impulsos, deseos o fantasías que poseen el carácter de prohibido vinculados a representaciones que, según Freud (1905d), fueron reprimidas en la temprana infancia frente a la pulsión sexual, a partir del establecimiento de los diques anímicos: asco, vergüenza y moral.

Chiozza (2005c[2003]) sostiene que esos tres motivos que Freud señala, “no pertenecen a un mismo nivel de tipificación lógica, dado que los dos primeros son afectos, y el tercero, la conciencia moral, constituye una formación más compleja” (Pág. 172). El autor señala que “la conciencia moral se apoya, fundamentalmente, sobre el asco y la vergüenza, y se ejerce a partir de esos dos afectos esenciales” (Ibid), es decir, asco y vergüenza constituyen en definitiva, “los motivos que determinan la represión” (2008, Pág. 66). Agrega también, que el valor moral estaría en el fundamento de una ética dirigida a la diferenciación del “bien” y del “mal” (Ibid).

Suponemos entonces, a partir de lo antedicho, que aquello que avergüenza o genera asco lo podríamos categorizar como “moralmente malo”. Estas ideas parecen coincidir con el significado de la palabra “verruga” que deriva del término latino verruca que significa, además de “verruga”, “defecto o imperfección del ánimo” (Valbuena, s/f).

Chiozza (2008) plantea que mientras que el asco se constituye inicialmente a partir de la unión del miedo y el odio, la vergüenza nace, al igual que la culpa, del enlace del amor y el miedo. También relaciona la falta de vergüenza en los niños pequeños con la falta del sentimiento de culpa y agrega que alrededor del segundo año de vida, en contacto con sus allegados más íntimos, el niño desarrolla conductas que denominamos culposas. Dichas conductas, que se acompañan de la vivencia de “falta” , se corresponden con los sentimientos de culpa conciente y surgen a partir de las disposiciones latentes contenidas bajo la compuerta de la represión primaria, introduciendo modos de comportamiento vinculados a la malicia, la falsedad y la vergüenza.

Cuando sobre dichas “faltas” recae una defensa melancólica, los sentimientos de culpa conducen hacia los autorreproches y nos sentimos “malos”, podemos entonces fabricarnos “ideales, a veces extremos, cuya cualidad esencial deriva de su condición de contrafigura de nuestra propia o pretendida maldad” (Chiozza, 2005d [2003], Pág 201). Si, en cambio, la defensa es paranoide el “malo” será proyectado en el mundo como si este fuera el motivo de la dificultad para constituirnos en el ideal. A pesar de ello, dice Chiozza, “sea cual fuere la actitud con la cual nos relacionamos con el mundo y la magnitud de nuestra autoestima conciente, todos nos enfrentamos con el hecho de que, en una parte recóndita de nuestra intimidad, nos sentimos feos, malos y sucios” (1995[1989]Pág. 243).

Así, teniendo en cuenta lo planteado acerca de la vinculación entre la verruga y la maldad, pensamos que la verruga podría representar, simbólicamente, cierta cualidad de sentimiento de culpa vinculado a la vergüenza y al asco. Estos afectos “acantonados” en esa excrecencia motivarían la vivencia de sentirse malos, feos y sucios.

En este sentido es habitual observar que quien posee una verruga intente ocultarla pudorosamente de la vista de los demás como si percibiera esta íntima relación entre su lesión y aquellos aspectos de sí mismo que considera dignos de repulsa . Es comprensible entonces que, como dijimos, la mayor incidencia de estas lesiones coincida con el momento de la vida en el que pueden presentarse conflictos con la genitalidad que se prestarían adecuadamente para representarlos.

La formación verrugosa entonces imposibilitaría, por un lado, “exteriorizar” una imagen “buena”, “linda” y “pulcra” de sí mismo, y por el otro, sería el intento de circunscribir aquellos aspectos repudiados a los fines de mantenerlos escindidos; luego, como retorno de lo reprimido, el sujeto vivencia asco y vergüenza por la verruga y no por lo que ella representaría. De este modo, padecer esta lesión podría ser vivido como una condena que implicaría un castigo por esas mismas fantasías.

¿En qué residiría el “poder” de la “bruja” para eliminar las verrugas?

Como hemos dicho bruja y hada componen una misma representación de facetas antitéticas . Como bruja le corresponde las cualidades que el sujeto rechaza de sí mismo; pero, si solamente tuviera estas características carecería de la capacidad de hacer que el sujeto integre aquellos aspectos que él mismo rechaza. Por ello, pensamos, que necesita de la coparticipación de la contrafigura de esta representación, plasmada en el hada que, al aceptar esos aspectos, le permitiría al sujeto, al modo de una disculpa, tolerar la falta que lo distancia del ideal.

A partir de esta idea sería posible pensar que los métodos terapéuticos habituales empleados por la medicina, que intentan eliminar las verrugas, cauterizándolas o quemándolas a través de diferentes ácidos o cortándolas, y que se caracterizan por sus pobres resultados, contendrían la fantasía inconciente de un acto de purificación ineficaz, que remedaría a la antigua creencia de que, quemando a la bruja, salvaban el alma de quien había sido tomada por el Diablo.


Bibliografía

Bidermann, Hans (1993) Diccionario de símbolos. Editorial Paidos. España, 1993.
Cirlot, Juan Eduardo (1995). Diccionario de símbolos Editorial Labor S.A. Colombia, 1995.
Chiozza, L. (1970d [1963-1968]) “Ubicación del lo hepático en un esquema teórico estructural”, en Psicoanálisis de los Trastornos Hepáticos, en Obras completas, Tomo I, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L (1995[1989] “Comentario psicoanalítico sobre el cuento “Flores para Algernon” de Daniel Keyes en Obras completas, Tomo V, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires,2008.
CHIOZZA, Luis (2000e) “Fundamentos para una metahistoria psicoanalítica”, en L. Chiozza, Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2005c [2003]) “El valor afectivo” en Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2005d [2003]) “La conciencia” en Obras completas, Tomo VII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Chiozza, L. (2008) ¿Por qué nos equivocamos? Obras completas, Tomo XVII, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2009.
Chiozza, L.; Grinspon, S.; Lanfri, E. (1991i [1990]) “Una aproximación a las fantasías inconcientes específicas de la psoriasis vulgar” en Obras completas, Tomo X, Editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2008.
Dahlke (1998) El mensaje curativo del alma Editorial Robin Book, España, 1998.
Diccionario de la Real Academia Española (1950) Editorial Espasa Calpe, España
Freud (1905d) Tres ensayos de teoría sexual en Obras completas, Tomo VII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988.
Freud (1913 [1912-13]) Totem y Tabu, en Obras completas, Tomo XIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988.
Fitzpatrick, Eisen, Wolff, Freedberg y Austen (1993) Dermatología en Medicina General. 3ra. Edición. Editorial Panamericana. Bs. As. 1993
Valbuena (S/F) Diccionario latino-español Editorial Librería de la Vda De Ch. Bouret. París.
Watzlawick, Paul (1980) El lenguaje del cambio Editorial Herder, Barcelona, 1980.


Referencias bibliográficas

Barbero, Luis (2002) “Algunas ideas sobre los tumores benignos”.Presentado en la Fundación Luis Chiozza, Buenos Aires, 2002.
Gavechesky y Valente (2007) “Notas acerca de las verrugas”. Presentado en la Fundación Luis Chiozza, Buenos Aires, 2007.




ART: PSICOANALISIS DE UNA OBRA DE TEATRO

ART: PSICOANALISIS DE UNA OBRA DE TEATRO



MARIA ESTELA BRUZZON
DARIO OBSTFELD



FUNDACIÓN LUIS CHIOZZA
21 DE MAYO DE 2010

ART


La autora


Yasmina Reza nació en París, el 1 de mayo de 1959. Su padre, nacido en Moscú, descendiente de una familia judía expulsada de España por la Inquisición y que se refugió en Uzbekistán, y su madre, violinista, de una familia de judíos húngaros.
En 1987, escribió Conversations après un enterrement (Conversaciones tras un entierro), que recibió el premio Molière. Posteriormente, tradujo La Metamorfosis de Kafka para el director Roman Polanski, lo que le valió una nominación para el premio Molière a la mejor traducción. Su segunda obra, La Traversée de l'hiver (La travesía del invierno), volvió a ganar el premio Molière. Su tercera obra teatral, L'Homme du hasard (El hombre del azar), tuvo mucho éxito en varios países. Con su obra, Art (Arte), estrenada en Paris el 28 de octubre de 1994, volvió a ganar el premio Molière. Desde entonces se ha producido en todo el mundo y traducido e interpretado en más de 30 idiomas.


La Obra

Reza nos presenta en ART a tres amigos: Marcos, Sergio e Iván, quienes, a partir de la compra de un cuadro se verán envueltos en una serie de discusiones que revelan que “el arte” es sólo la excusa para el desarrollo de un tema que los involucra más íntimamente.

Los tres personajes compondrán la puesta que transcurre en un austero escenario en el que los acontecimientos se desenvuelven sucesivamente en el living de cada uno de ellos. Solo el cambio del cuadro colgado en la pared da cuenta de la casa en la cual se sitúa cada escena.

Marcos, comienza presentando el motivo sobre el que girará, en lo manifiesto, la obra.

(Marcos solo)

Mi amigo Sergio compró un cuadro. Es una tela de alrededor de un metro setenta por un metro veinte, pintada en un color blanco. El fondo es blanco y si uno entrecierra los ojos, se puede percibir unas cintas blancas, muy finas y transversales, casi unos ribetes... […]

(En la casa de Sergio).

Apoyado en el suelo hay una tela blanca en la que se perciben unas finas rayas blancas transversales. Sergio contempla su cuadro con gran satisfacción. Marcos también contempla el cuadro. Sergio mira a Marcos que esta contemplando el cuadro. Luego, una larga pausa en donde todos los sentimientos de ambos personajes se traducen sin necesidad de las palabras.

Marcos: ¿Te salió muy caro?
Sergio : Doscientos mil francos.
Marcos: ¿Doscientos mil?...
Sergio : si….y Handtíngton me lo volvería a comprar en doscientos veinte mil...
Marcos: ¿Y ese quién es?
Sergio : ¡¿Handtington?!
Marcos: Si...yo no lo conozco.
Sergio: ... pero es Handtington, ¡el dueño de la Galería Handtington!
Marcos: Ah, ¿entonces es esa galería la que te volvería a comprar el cuadro por doscientos veinte mil francos?...
Sergio : No, la galería no, Handtington en persona lo quiere para su colección particular.
Marcos: ¿Y entonces por qué este señor Handtington no lo compró en primera instancia?
Sergio: Porque todos los "marchand" tienen interés en vender a los particulares... para que se produzca la circulación de bienes en el mercado.
Marcos: Ah...caramba...
Sergio : ¿Te gusta?
Marcos: Mnnnm. . .
Sergio : No estás bien ubicado...mirálo desde este ángulo. ¿Ves las líneas?
Marcos: ¿Cómo se llama el...?
Sergio : ¿El pintor?...Antrios.
Marcos: ¿Y es muy conocido?
Sergio : ¡Conocidísimo!...
(Pausa)
Marcos: Sergio, ¿no habrás comprado ese cuadro en doscientos mil francos?
Sergio : Pero mi viejo, es lo que vale … ¡acordáte que es un ANTRIOS!
Marcos: ¡No me digas que es cierto que pagaste por ese cuadro doscientos mil francos!
Sergio : Estaba seguro que no lo ibas a entender, es demasiado…
Marcos: ¿Compraste esa mierda en doscientos mil francos?!

*****
(Sergio solo)

Mi amigo Marcos, que es un hombre muy inteligente y a quien estimo desde hace tanto tiempo, está en una buena posi¬ción porque es ingeniero aeronáutico. Pero desafortuna¬damente Marcos forma parte de esa nueva generación de intelectuales que sienten una gran satisfacción en ser ene¬migos declarados de toda tendencia modernista y que se regodean en pensar de esta forma con una vanidad francamente incomprensible.
Y además, desde hace poco, encuentro una arrogancia inso¬portable en todos estos personajes que consideran "únicos y magníficos" a esos viejos tiempos.

*****

Sergio: ¿Cómo podes decir que este cuadro es "una mierda"?
Marcos: Pero Sergio… no tenés sentido del humor!... ¡vamos reíte! ...¡reíte, mi viejo, es casi un prodigio que hayas com¬prado este cuadro!

(Marcos ríe. Sergio se queda impávido, duro como una estatua de mármol) […]


*****
(Sergio solo)

Puedo llegar a aceptar que a Marcos no le guste el cuadro, pero en su actitud no hay la más mínima delicadeza, y no hace el menor esfuerzo en… Además, cuando me condena por comprarlo no tiene ninguna sutileza. Y esa risa pretenciosa... pérfida. Una risa digna de un sabihondo que cree que conoce todo mejor que nadie.
¡Cómo odié esa risa!

*****
(Marcos solo)

Que Sergio haya comprado ese cuadro me sobrepasa, me preo¬cupa y hasta provoca en mí una angustia indescriptible. Al salir de su casa, tuve que tomar por vía sublingual, tres gránulos de Gelsemio 9 CH un calmante homeopático que Paula me recomendó - entre paréntesis ¿me dijo que tomara Gelsemio o unas semillitas de Ignatia? "¿que preferís Gelsemio o Ignatia?” "¡¿qué se yo!! Porque en el fondo lo incomprensible para mí es que Sergio, que es un amigo, haya podido comprar semejante cuadro. ¡Y pagarlo doscientos mil francos! […] Voy a consultar este asunto con un amigo que tenemos en común, que se llama Iván... si, cuanto antes tengo que discutir este tema con él... aunque Iván es un tipo tolerante y esta cualidad, en materia de relaciones humanas es el peor de los defectos. Iván es tan tolerante porque en su sub-consciente los demás le importan... lo que se dice un bledo. Si Iván llega a tolerar que Sergio haya podido comprar esa mierda blancuzca en doscientos mil francos, es que en fondo siente una total indiferencia por Sergio. Para mi está muy claro.

*****

(En la casa de Iván)
(Iván, agachado en “cuatro patas”, parece buscar algo debajo de un mueble.)

Me llamo Iván.
Estoy un poco tensionado porque después de haber pasado mi vida trabajando en la industria textil acabo de encontrar un puesto a nivel gerencial en una gran empresa papelera.
Soy un tipo simpático. Mi vida profesional ha sido siempre un fracaso y voy a casarme dentro de quince días con una mujer agradable, atractiva y de muy buena familia.

(Entra Marcos)

Marcos: ¿Qué haces?
Iván: Busco el capuchón de mi marcador de fibra
Marcos: Vamos… dejá de buscarlo
Iván: Pero… lo tenia en mis manos hace cinco minutos.
Marcos: No veo que sea tan grave.
Iván: Para mi si.

(Marcos se agacha para ayudar a Iván a buscar el marcador, los dos buscan por todos lados durante un instante. Marcos se levanta)

Marcos: Bueno, basta... andá y comprate otro.
Iván: No es fácil encontrarlo porque son unos marcadores excepcionales, podes dibujar en cualquier material…Me exaspera haberlo perdido… Ay, si supieras como me irritan todos los objetos en general… pensar que tenía ese capuchón en mis manos hace apenas cinco minutos.

(Marcos le comenta la compra del cuadro por parte de Sergio y el malestar que eso le produce. Iván le quita importancia) […]

Marcos: ¿no te das cuenta de la gravedad de esta situación?
Iván: No, no….
Marcos: Es curioso que no veas el meollo de este asunto... que sólo te quedes en la superficie y no comprendas lo terrible que es.
Iván: ¿Qué es tan terrible?
Marcos: ¿no ves lo que significa esto?... lo grave que es?...
Iván: ¿querés unas castañas de cajú ?
Marcos: No te das cuenta que de pronto, de una forma grotesca y burda, Sergio se considera un “gran coleccionista”?
Iván: Hum.. hum…
Marcos: De ahora en más, nuestro amigo Sergio forma parte de ese Gotha que conforman los grandes amateurs del mundo del arte.
Iván: Pero no!!!
Marcos: Desde luego que no… por ese precio ínfimo nadie forma parte de nada en este mundo, Iván:… pero la desgracia es que Sergio cree que sí.
Iván: Ahhh…
Marcos: ¿Y a vos no te molesta?
Iván: No… si a Sergio lo hace feliz…
Marcos: ¡¿Qué querés decir con eso de “si a Sergio lo hace feliz”?! ¡¿Qué es esta filosofía barata de “bueno, si eso lo hace feliz?!
Iván: Desde el instante en que no perjudica al prójimo…
Marcos: ¡Pero hay un perjuicio real al prójimo! A mí, por ejemplo, esta situación me ha dejado perturbado mi viejo, tan perturbado que hasta me siento herido, si, si, al ver que Sergio, a quien quiero, se deja desplumar por un esnobismo estúpido al punto de haber perdido toda su capacidad de discernimiento.
Iván: Me extraña que recién lo descubras. Sergio siempre frecuentó las galerías de Arte en una forma obsesiva, casi ridícula, todos lo consideran una rata de exposición…
Marcos: Siempre fue una rata pero una rata con sentido del humor y con quien uno se podía reír de vez en cuando… porque no sé si te habrás dado cuenta que en el fondo lo que me hiere realmente, es que ya no se ríe de nada.
Iván: ¡pero si!
Marcos: ¡Te digo que no!
Iván: Lo pusiste a prueba?
Marcos: Claro que si… ayer, cuando lo vi me reí con ganas… ¿Qué querías que hiciera frente a ese cuadro? Pero Sergio se quedó impávido… no despegó los labios. En el fondo, es muy difícil reírse de sí mismo después de haber pagado tanta plata… es un poco caro… ¿no crees?
Iván: Sí.
(Se ríen)
Iván: Conmigo se va a terminar riendo […].Ya vas a ver que yo... voy a conseguir que se ría.

(La escena vuelve a la casa de Sergio. Sergio e Iván conversan sobre el casamiento y la relación con los futuros suegros).

Sergio: ¿Tenés una buena relación con tus suegros?
Iván: Excelente. Estoy seguro que piensan, que yo soy un tipo que ha ido a los tumbos en la vida...de empleo en empleo y todos de mala muerte y que ahora "se va a llenar: los bolsillos" a costa de su hija...Mira...me salió ésta manchita en la mano... ¿Ves?....ahí, ¿qué es? (Sergio lo revisa)... ¿Es grave?
Sergio: No.
Iván: Qué alivio... ¿Qué novedades hay?...

Iván no quiere manifestar el genuino motivo de su visita, pero logra que Sergio desee mostrarle la nueva adquisición. Iván observa el cuadro y “no logra reírse en forma espontánea y de buena gana tal como había previsto”. Al parecer ha quedado impactado. Dice que algo siente frente al cuadro. Pregunta por el precio y se lo ve con cierta conmoción. Finalmente Sergio ríe e Iván se le une en la risa. Los dos estallan en carcajadas.

Sergio: ¿Te parece una locura, no? ¡Es una locura!
Iván: ¡Pagar doscientos mil francos!...o sea veinte palos...

(Se ríen a carcajadas. Dejan de reírse. Se miran. Vuelven a reírse. Después paran).

Sergio: ¿Sabías que Marcos ya vio este cuadro?
Iván: ¿Ah si?
Sergio: Y quedó aterrado.
Iván: ¿Ah si?
Sergio: Me dijo que era una mierda... un término completamente fuera de lugar.
Iván: Es cierto.
Sergio: No se puede decir que este cuadro es una mierda.
Iván: No.
Sergio: Se puede decir que no lo llegás a ver en toda su pleni¬tud, que no te sobrecoge... pero de ahí a decir que "es una mierda" ....
Iván: Bué... ya viste los cuadros que Marcos tiene en su casa.
Sergio: No valen nada. En tu casa tampoco hay algo que valga la… quiero decir, que a vos no te importa la pintura, pintura.
Iván: Marcos tiene un tipo… una forma de ser muy conservadora… es un hombre clásico, cómo querés que...
Sergio: No sabes como se puso, Iván... se echó a reír... con esa risa sarcástica... sin la más mínima clase... demostrando una total falta de sentido del humor….
Iván: Y recién hoy descubrís que Marcos es tan impulsivo?...
Sergio: No conoce el humor... con vos uno puede reírse mientras que con él uno se queda casi petrificado.
Iván: Es cierto que últimamente está un poco taciturno.
Sergio: Yo no le reprocho a Marcos que no sea sensible a este tipo de pintura, porque después de todo no tiene la educación como para poder apreciarla... Esto implica un aprendizaje que Marcos no ha hecho, porque nunca quiso o porque no tenía una inclinación marcada o por cualquier otra razón que no viene al caso... lo que me subleva es su tono, su suficiencia, su falta de tacto.
Y le critico su grosería, porque conmigo no tuvo la me¬nor delicadeza y no lo censuro porque no tiene el más mínimo interés en el Arte Contemporáneo, no me importa, mi cariño por Marcos va más allá de este desencuentro...
Iván: ¡Marcos también te quiere tanto!...
Sergio: No, no, no, no me pareció.... al contrario, el otro día descubrí en Marcos una especie... una especie de condescen¬dencia… de arrogancia... una actitud burlona... en suma, descubrí un ser avinagrado...
Iván: ¡No puede ser!
Sergio: ¡Te digo que si! ... Iván,! no veo porqué siempre tenés que tratar de suavizar las asperezas!
¡Deja de una buena vez esa actitud de creerte el gran mediador, dispuesto a reconciliar al género humano! Admití que Marcos es un ser que está anquilosado... parece como que sufriese de una necrosis progresiva… esa es la verdad... Marcos es un ser atrofiado….

(En la siguiente escena, Iván está en la casa de Marcos. Le comenta que en su encuentro con Sergio ambos rieron. Marcos, desconfía de la espontaneidad y la franqueza de esa risa.)

[…]
Marcos: Sergio se rió de buena gana...
Iván: ¡Si...y a carcajadas...!
Marcos: Buen, por lo visto me he equivocado y me alegro. Lo que me has dicho me tranquiliza enormemente.
Iván: Y te voy a aclarar algo más... el primero en reírse fue Sergio.
Marcos: Así que fue Sergio quien se rió primero...
Iván: Sí.
Marcos: Entonces él se rió y a continuación vos te reíste.
Iván: Sí.
Marcos: Pero... y él, ¿por qué se rió?
Iván: Tal vez y según tu opinión se rió porque presintió que yo me iba a reír… y lo hizo para que yo me sintiera más cómodo.
Marcos: Mmmhhh… ese argumento no tiene ningún valor si él fue el primero en reír.
Claro su táctica fue reírse primero con el objetivo de neutralizar tu risa.
Eso no significa que se riera de buena gana. […] Sergio no se reía de lo ridículo que es su cuadro, ustedes dos no lo hacían por las mismas razones, vos te reías del cuadro y Sergio lo hacía para complacerte, se ponía a tu altura, para demostrarte que además de ser un gran esteta que puede invertir en un cuadro lo que vos no ganas en un año sigue siendo ese viejo compinche, ese hereje iconoclasta con quien nos destornillábamos de risa.
[…]
Iván: ¿sabes algo...? […] Ese cuadro no me gustó... pero tampoco me desagradó...
Marcos: Es lógico... no se puede detestar lo invisible, nadie en su sano juicio detesta la nada.
Iván: No, no, hay algo en ese...
Marcos: ¿Qué hay?
Iván: Hay algo en ese cuadro... y te aseguro que no es la nada.
Marcos: Iván, ¿me estás tomando el pelo?
Iván: No… es solo que no soy tan severo como vos... Es una obra de arte y por lo tanto significa que detrás hay un pensa¬miento…
Marcos: ¡Un pensamiento!
Iván: Un pensamiento producto de una gran elaboración…
Marcos: ¿Y cuál es ese pensamiento tan elaborado?
Iván: Es la realización de un camino hacia el progreso...
Marcos: ¡Ja !, ¡Ja!, ¡Ja !
Iván: No es un cuadro hecho por casualidad, es una obra de arte que se sitúa en un espacio y es parte del viaje interior de un pintor...
Marcos: ¡Ja !, i Ja !, ¡ Ja !.
Iván: Reíte, vamos, reíte. . . .
Marcos: ¡Repetís todas las boludeces que pontifica Sergio!... en él es lastimoso pero en vos es risible!
Iván: Sabes algo, Marcos... deberías desconfiar de tu suficiencia porque te vuelve un ser arrogante, burlón, avinagrado y antipático.
Marcos: Tanto mejor! Cuanto más vivo en este mundo mayor es mi deseo de desagradar!
Iván: ¡¡Bravo!!
Marcos: ¡Así que un pensamiento profundo y elaborado!
Iván: No se puede hablar con vos.
Marcos: ¡Así que presentís que detrás del cuadro de Sergio hay un pensamiento!... ¡ay, qué tranquilidad me das!... tengo que tranquilizarme, porque si bien lo que uno ve es una mierda, hay un pensamiento latente... Decíme, ¿detrás de ese paisaje, ves algún pensamiento?... (señala el cuadro colgado en su casa)... No, ¿no es así?... porque es una evocación en donde los recuerdos y las reminiscencias son obvias, ¡Todo está sobre la tela!... ¡y por lo tanto ese cuadro es incapaz de generar en vos un pensamiento elaborado!... […] A ver, contéstame con toda sinceridad. Si mañana te casas con Catalina y alguien te da ese cuadro como regalo de bodas, ¿serías feliz?... ¿Estarías contento?

(Iván solo)

¿Y cuándo estoy contento?... nunca… Porque en general no estoy nada feliz… yo no soy un tipo que pueda decir que está contento con la vida. A veces busco… trato de recordar un acontecimiento del cual pueda decir... de eso sí estoy contento... "¿Estas contento de casarte?", esta estupidez me la preguntó hace días mi madre, "¿nada más que contento de casarte?"... "Pero seguro que sí mamá, si... seguramente, ¿no?"... ¿Qué significa en realidad cuando uno dice seguramente?...o uno está contento o no está contento... pero en ese seguramente hay una duda implícita… ¿qué significa? …

Sergio y Marcos se encuentran en la casa de Sergio para ir, juntos con Iván, al cine y a cenar. Mientras lo esperan inician un diálogo. Sergio comenta que a Iván le gustó el Antrios. Marcos le pide verlo nuevamente y Sergio supone que ese pedido sea para reconsiderar su posición. Pero eso no sucede. Sergio, frustrado, dice:

Sergio: Bueno, mira, no nos vamos a amargar la vida por este cua¬dro, la vida es breve… Me imagino que has leído la carta de Séneca sobre este tema, ¿no?... (Toma la obra comple¬ta de Séneca […] y la tira sobre la mesa ratona justo delante de Marcos)... sino haceme el favor de hacerlo, porque es una obra maestra. (Marcos toma el libro, lo abre y lo hojea)… las ideas de Séneca son de tal modernismo que uno no tiene necesidad de leer otro autor… entre el consultorio, el hospital y mi ex-mujer que decretó que tenía que ver a los chicos todos los fines de semana - es la última novedad de Francoise, mis hijos ahora necesitan un padre - no tengo más tiempo de leer... por eso estoy obligado a refugiarme solo en lo esencial. […]
Marcos: Debo reconocerte… que estuve pensando en la conversación que tuvimos hace poco... Reflexioné… y cambié mi punto de vista. El otro día manejando por París, pensaba en vos y me dije: "¿No hay en el fondo una gran poesía en el pro¬ceder de Sergio?... ¿y no será un acto de un gran conteni¬do lírico que se haya dejado llevar por un impulso insoslayable al efectuar esta compra tan incoherente?"
Sergio: ¡Qué dulce estás hoy!... no te reconozco. Usas un tonito suave, digno de un subalterno, que por otra parte, no te pega en absoluto…
Marcos: No, no, te lo aseguro, te pido perdón.
Sergio: ¿Por qué me pedís perdón?
Marcos: Soy muy epidérmico, muy nervioso, veo todo de un modo impulsivo... hasta te diría que me falta sabiduría.
Sergio: Tenés que leer a Séneca
Marcos: ¿Ves?... por ejemplo… cuando me decís, "tenés que leer a Séneca" yo podría enojarme... pero sería absurdo que yo me irritase por el simple hecho de que vos, en esta conver¬sación, me digas: "tenés que leer a Séneca"...
Sergio: No... no me parecería absurdo.
Marcos: ¡¿Ah no?!
Sergio: No, porque te parecería descubrir en mi…
Marcos: Yo no dije que estaba enojado...
Sergio: Dijiste que podrías...
Marcos: Si, si, que podría...
Sergio: ... que podrías enojarte, y yo lo comprendo... porque al decirte "tenés que leer a Séneca", te parece descubrir una gran suficiencia de mi parte. Me decís con humildad que te falta sabiduría y yo te respondo: "tenés que leer a Séneca", claro, desde todo punto de vista, ¡es odioso!.
Marcos: ¡No lo es!
Sergio: Ya que lo decís, es cierto que te falta sabiduría, porque si bien dije: "tenés que leer Séneca", el móvil que yo tenía era nada más que aconsejarte que leyeras a Séneca.
Marcos: Si, justamente...en ese caso-
Sergio: Es muy simple, Marcos… te falta humor, ¡qué vamos a hacer!
Marcos: Si, claro... pero...
Sergio: Careces de sentido del humor... en serio, mi viejo. El otro día estuvimos de acuerdo con Iván, en que te falta humor… ¿Y dónde se habrá metido el loco de Iván?, ¡es incapaz de llegar a horario, es infernal! ¡y ahora para colmo nos quedamos sin ir al cine!
Marcos: Pero... ¿Iván también piensa que no tengo sentido del humor?...
Sergio: Iván dice - como yo - que en este último tiempo, tu sentido del humor está un poco debilitado...
Marcos: Así que la última vez que se vieron, Iván te dijo que le gustaba mucho tu cuadro y que mi sentido del humor bri¬llaba por su ausencia...
Sergio: Si, si, si, eso mismo, en realidad le encantó el cuadro. Y si tengo que ser sincero... ¿Qué estás mascando?
Marcos: Ignatia.
Sergio: Ahhh, así que ahora crees en las bondades de la homeopatía.
Marcos: En realidad yo no creo en nada. […] donde lo vas a poner?
Sergio: Todavía no lo decidí… allá.. ¿o allá?... no, va a quedar muy ostentoso….[…]

(Marcos le pregunta si lo va a enmarcar y Sergio le dice que “por deseo expreso del artista no debe ser limitado por un marco”).

Marcos: Me causa gracia que siempre uses el término "artista"...
Sergio: ¿Y cómo querés que lo llame?
Marcos: En vez de "artista" podrías decir "el pintor" o... ¿cómo se llama este señor?... ah si, Antrios... […] Decís el artista de un modo como si fuera... bueno, no tiene importancia. ¿Qué film vamos a ir a ver?… por una vez tratemos de ver algo consistente... interesante...
Sergio: Son las ocho... así que todas las funciones están empeza¬das. ¡Cómo es posible que a Iván no le importe un pito!, ¿no te parece?,¡que manía tiene de llegar tarde!... ¡se caga en los demás! […]
Marcos: Te referís el artista como si fuera un ser intocable.., una entidad intangible. Decís "artista"….como si este fuese una especie de divinidad...
Sergio: (se ríe) ¡Pero para mi es un Dios!...¿o crees que yo hubiera despilfarrado esa fortuna en un vulgar mortal?[…]
Marcos: ¿Por qué estás cada vez más enojado?
Sergio: Te repito que no estoy enojado. . .bueno, si, lo que me pone furioso es esa laxitud permanente en todo lo que encara Iván, es inadmisible su incapacidad para la disciplina!
Marcos: Vamos ... el que te saca de las casillas soy yo y con quien te vengas es con el pobre Iván.
Sergio: ¿Pobre Iván?, ¡me estás tomando el pelo! . . .Además vos no me sacas de las casillas, ¿por qué razón vas a irritarme?

*****
(Sergio solo)
Es absolutamente cierto que me saca de las casillas… ¡Ay, cómo me irrita este hombre!... Tiene ese tonito dulzón… y se escuda en una sonrisita sarcástica mientras que caga sentencias... Da la impresión de que se esfuerza en parecer amable.¡Qué vas a ser amable, mi viejo!, ¡conmigo no te gastes en fingir que lo sos !... ¿Será por la compra del Antrios?... ¿La compra del Antrios habrá desencadenado este malestar entre nosotros?... ¡Cómo no me di cuenta!... es obvio que el motivo es que adquirí una obra de arte sin haberle pedido su aval...¡Y a mi qué puede llegar a importarme su aval!, ¡me im¬porta un pito tu aval, Marcos!

*****
(Marcos solo)
¿Todo este malentendido se deberá al Antrios, a la compra de este cuadro?... No. Este malestar entre los dos viene de lejos, si, de muy lejos... Viene precisamente de aquel día en que con gran desparpa¬jo y sin el menor sentido del humor, me dabas una cátedra... sobre el arte en general, y muy al pasar me dijiste que para descubrir la verdadera intención de un creador de¬bías usar el método "de la deconstrucción" porque así te liberabas de todas las hipótesis a priori y las suposi¬ciones metafísicas... Yo no entendí una palabra. Mi indignación no se debió tanto al uso de términos tan rebuscados como "deconstrucción" sino al tono doctoril y pedante que utilizaste. Además con la seriedad que dijiste "deconstrucción"... sin el menor distanciamiento y sin siquiera poner una pizca de ironía... si, mi querido amigo Sergio, esa fue la actitud que adoptaste conmigo. Sin saber cómo reaccionar... como afrontar esa situación tan ridícula, te dije al pasar, que me haría un misán¬tropo y me retrucaste, "¿pero quién te crees que sos?, ¿de qué estás hablando?"... "¿Desde cuándo estás en condiciones de poder aislarte de los demás?". Tu reacción fue inesperada y tu tono diabólico… encima agregaste con sorna: "¿Quién sos vos, Marquitos para sentirte un ser tan superior?" Ese día yo debí darle una trompada a Sergio en su bocaza. Y al verlo tirado en el suelo, medio muerto debería ha¬berle dicho: "y vos, ¿en realidad, sos mi amigo?, ¿qué clase de amigo tengo que es incapaz de sentir algo por otro amigo aunque este se crea un ser superior?" […]

Llaman a la puerta. Sergio va a abrir. Iván entra hablando y en un largo monólogo. Relata las vicisitudes dramáticas en torno a su casamiento. Su madre no quiere figurar en la misma tarjeta de invitación que Yvone, la actual mujer del padre. Iván, para solucionar el problema, pretende eliminar de la participación a todos los padres en la tarjeta, pero Catalina no está dispuesta a renunciar a que su madrastra y su padre no figuren.

Sergio: ¿Querés que te dé mi opinión sobre todas esas mujeres maravillosas que te rodean?
Iván: Como no, dámela.
Sergio: A mi modo de ver, la más histérica de todas, es tu novia, Catalina... y le gana a las otras por varios cuerpos.
Marcos: Eso es tan evidente, Iván.
Sergio: Y si desde ahora te dejas joder por ella, vislumbro un porvenir realmente espantoso para vos.
Iván: ¿y qué puedo hacer?
Los amigos le aconsejan suspender su casamiento pero Iván, que ha dado su palabra y el haber ya ingresado en la empresa papelera que es del tío de su novia, le hacen imposible sortear el compromiso.

Iván: Ya sé que Catalina es una histérica pero tiene algunas cualidades...sino mira el novio que eligió ... (Señalando el Antrios) ¿Donde lo vas a poner?
Sergio: Todavía no sé
Iván: ¿Por qué no lo pones allá?
Sergio: Porque en ese lugar la luz del día es pésima y mi Antrios estaría deslucido, disminuido en valor, aplastado.
Iván: Ah, si…Hoy me acordé de vos porque en esta empresa papelera en la que trabajo, reprodujeron quinientos afiches de un tipo que pinta flores blancas, completamente blancas, sobre un fondo blanco.
Sergio: Mi Antrios no es blanco.
Iván: No, claro que no… es un decir…
Marcos: Iván, sácame de una duda, ¿vos encontrás que este cuadro... no es blanco?... ¿no?...
Iván: Blanco, completamente blanco, no...
Marcos: Ah... no me digas...¿y qué colores ves?...
Iván: Yo veo que tiene muchos colores... algunos en la gama del amarillo, otros del gris y hasta unas líneas casi ocres…
Marcos: Y estás conmovido al ver tantos colores, ¿no?...
Iván: Si, estoy muy conmovido por esa gran variedad de colores.
Marcos: Iván, sos un ser cobarde, híbrido... y de una inconsis¬tencia intolerable.
Sergio: ¿Por qué sos tan agresivo con el pobre Iván?
Marcos: Porque este hombre es un ser menor, un chupamedias, un servil, postrado ante los que tienen plata, que se deja seducir por lo que él cree que es la una verdadera cultura, una cultura que por otra parte, me da náuseas. […] ¿Así que es verdad que esos colores te conmueven? . […] No hay ningún color... no podes verlos… y por lo tanto no te conmueven.
Iván: ¡Esa es tu opinión!
Marcos: ¡Qué vileza de tu parte, Iván!...
Sergio: ¡¿Pero quién te crees que sos, Marcos?! ... ¿Quién sos para imponer tus puntos de vista como si fue¬ran sagrados?... Un tipo que no quiere a nadie, que no cree en nada, que desprecia a sus semejantes y que plantea el no asumirse como un hombre de su época como una cuestión de honor, aunque en el fondo sea puro amor propio...
Marcos: ¿Qué querés decir con eso de "no asumirse como un hombre de su época"?
Iván: Chau...yo me voy.
Sergio: ¿Adonde te vas?
Iván: Me voy... no tengo por qué soportar sus ataques de histe¬ria.
Sergio: ¡Quedate!... y no te escudes en esa falsa dignidad... por una vez enfrentalo... Si te vas le das la razón. (Iván se queda dudando, entre dos deci¬siones) Un hombre de su época es un hombre que vive de acuerdo al tiempo que le toca vivir.
Marcos: ¡¡¡Qué estupidez!!! ¿Cómo un hombre puede vivir en otro tiempo o en otra época que no sea la suya?...a ver… explicame.
Sergio: Un hombre que vive de acuerdo al tiempo que le toca vi¬vir, es alguien, de quien se podrá decir en veinte años, en cien años, que es un ser representativo de su época.
Marcos: Ahhh… ¿Y eso para qué me sirve?
Sergio: ¿Cómo para qué sirve?
Marcos: Si, ¿de qué me sirve que un día digan: "Marcos fue un ser representativo de su época"?
Sergio: ¡Pero no es de vos de quien se trata, mi viejo!… ¡vos no importas!... Los hombres que viven de acuerdo a su época son aquellos capaces de ser un aporte para la humanidad… y solo me estoy refiriendo a los que en su mayoría vos mismo valoras como tales… Un hombre que vive de acuerdo al tiempo que le toca vivir no cree que la historia de la pintura se ha detenido en un mísero paisaje cuasi-flamen¬co de Cannes... […] Pero que sea o no un mamarracho no tiene la más mínima importancia. Iván a su manera es representativo de un cierto estilo de vida, de un modo de pensar que es abso¬lutamente contemporáneo. Y aunque yo lo lamente en el fondo de mi alma, vos Marcos, por otra parte, también sos el prototipo de un hombre de tu época. En realidad, más deseas no serlo, más lo sos.

Luego, a consecuencia de los ataques que sufre por parte de Marcos, Iván se va de la escena.

Sergio: Te felicito, bravo…
Marcos: Me parece prudente no continuar esta velada, ¿no crees? ... Va a ser mejor que yo también me vaya...
Sergio: Si, en el fondo vos-
Marcos: Me voy...
Sergio: Vos sos el único cobarde, Marcos… porque atacas a un tipo que es incapaz de defenderse... y lo sabes muy bien.
Marcos: Tenés razón... Tenés razón y lo que acabas de decir aumen¬ta mi depresión... Ves, de repente, no comprendo nada y hasta no se qué es lo que me une a Iván… Ya no entiendo en qué está basada mi relación con este sujeto.
Sergio: Iván siempre fue el mismo.
Marcos: No... antes tenía un cierto delirio y hasta una gran in¬congruencia ... Iván es un ser frágil a quien lo ha terminado de desarmar su locura...
Sergio: ¿Y yo?
Marcos: ¿Vos qué?
Sergio: ¿Qué crees que te une a mí?...
Marcos: Esta pregunta podría arrastrarnos demasiado lejos...
Sergio: Vamos... por mi, adelante... […]

(Tocan el timbre y entra nuevamente Iván)

Iván: ¡El regreso de Iván!. Como el ascensor estaba ocupado, me precipité por la escalera y mientras bajaba a los tumbos, pensaba: "así que soy un ser cobarde, híbrido y de una gran inconsistencia"... en ese momento tenía unas ganas de volver con un chumbo y hacerlo mierda a Marcos… porque así le iba a demostrar que yo no era ni blando, ni débil, ni servil. Cuando llegué a la planta baja me dije: "Iván, mi viejo, no hiciste seis años de análisis para terminar cagando a tiros a tu mejor amigo; no te pasaste tanto tiempo en el diván de un analista para no darte cuenta de que detrás de toda esa demencia verbal en Marcos, hay un profundo desequilibrio psíquico"... Entonces me detuve, volví a subir la escalera de a dos en dos como si estu¬viera escalando en una Iglesia los peldaños del purgato¬rio y pensé: "Debo disculpar a Marcos porque pide ayuda y tengo que socorrerlo aunque eso signifique para mi un padecimiento enorme"... Además, el otro día, le hablé a Finkelzohn de ustedes...
Sergio: ¡¿Le hablas de nosotros a Finkelzohn?!
Iván: A Finkelzohn le cuento todo.
Sergio: ¿Y por qué le hablas de nosotros?
Marcos: Te prohíbo que le hables de mí a ese pelotudo.
Iván: A mí vos no me prohibís nada.
Sergio: ¿Cómo te atreves a hablarle de nosotros?
Iván: Porque siento que la relación entre ustedes está tirante y quería que Finkelzohn me aclarase algunos aspectos…. […]
Sergio: ¡¿Bueno, entonces qué te dijo?!
Marcos: ¡Pero qué carajo nos importa lo que le dijo!
Sergio: ¿Qué dijo? […]

(Iván busca, en el bolsillo de su saco y saca un pedazo de papel doblado)

Marcos: ¡¿Tomaste apuntes?!
Iván: (Abriéndolo) Lo anoté porque es un poquito complicado… ¿Se los leo?
Sergio: Vamos, lee.
Iván: ..."Si yo soy yo porque yo soy yo y si vos sos vos por¬que vos sos vos, entonces yo soy yo y vos sos vos. Si, en cambio, yo soy yo porque vos sos vos y vos sos vos porque yo soy yo, entonces: ni yo soy yo, ni vos sos vos..." Ahora comprenderán por qué tuve que escribirlo. […]
Sergio: […] Iván, si sos tan amable, copianos esa fórmula mágica.
Marcos: Tenés razón, Sergio… estoy seguro que nos va a ser muy útil.
Ivan: (doblando cuidadosamente el papel) Se equivocan. Es un pensamiento muy profundo. […] (A Sergio) Todo esto se debe a que Marcos no puede creer que me guste tu Antrios.
Sergio: Me importa un carajo lo que piensen de mi Antrios… tanto vos como él.
Iván: Te aseguro que cuanto más lo veo, mas me gusta...
Sergio: Les propongo que dejemos de hablar de mi cuadro de una vez por todas, ¿de acuerdo?... es un tema que no me inte¬resa.
Marcos: ¿Por qué te sentís tan herido?
Sergio: No me siento herido, Marcos... Ya expresaron sus opiniones. Muy bien...pero ahora el tema está agotado.
Marcos: ¿Ves como lo tomas a mal?
Sergio: No lo tomo a mal… estoy harto,
Marcos: Si te sentís tan herido, significa que estás pendiente del juicio de los demás...
Sergio: Estoy cansado, Marcos. Todo esto es inútil. A decir ver¬dad, hoy y en este momento estoy al borde del aburrimiento con ustedes.
Iván: ¡Vamos a comer!
Sergio: Vayan... ¿por qué no van los dos?
Iván: ¡Ah no!... una vez que estamos los tres juntos.
Sergio: Por lo visto este encuentro no salió muy bien que digamos.
Iván: No entiendo que nos pasa. Tenemos que calmarnos. No hay ninguna razón para insultarnos, menos aún por un cuadro.
Sergio: ¡Sos consciente de que "estás echando leña al fuego con tus "hay que calmarse" y esos modales dignos de un sacer¬dote!... ¿Es una de tus nuevas facetas?
Iván: No van a conseguir herirme.
Marcos: Me dejas muy impresionado... ¡Voy a ir a lo de este Finkelzohn!...
Iván: No podes... tiene todos sus turnos completos... ¿Qué tomas?
Marcos: Gelsemio, un calmante homeopático.
Iván: Yo no necesito tranquilizantes… ¿Qué más me puede suceder?... al fin entré en esa secuencia lógica de la vida que es casarse, tener hijos, morirse, ser un ejecutivo de una gran empresa papelera... ¿qué más puedo esperar? […]

Sergio continúa la crítica ahora dirigida a Paula; finalmente dice que Marcos y ella son una pareja de fósiles. Marcos se abalanza sobre Sergio. Iván se precipita para interponerse. Se sucede una lucha grotesca, muy corta que termina cuando Marcos, sin querer, le da un golpe en la oreja a Iván. Iván se queja más de lo debido. Sergio le trae una compresa fría.

[…]
Iván: ¿Se puede saber por qué se agreden?... ¿Qué pasó entre ustedes?... ¿sucedió algo para que se hayan vuelto locos a tal punto?
Sergio: Compré un cuadro que Marcos encuentra intolerable.
Iván: ¡Ah, seguís con la misma historial… Los dos están en una espiral de odio y no saben como detenerse. . .Los dos actú¬an como Yvonne y yo, ¡que es la relación mas patológica que existe en este mundo!
Sergio: ¿Y quién es Yvonne?
Iván: ¡Mi madrastra!
Sergio: Hacía tiempo que no nos hablabas de ella.
Iván: Yvonne aprendió a nadar en un riachuelo de un barrio obrero donde el cuidador primero empujaba los cadáveres de las ratas y después le decía: "¡vamos, Yvonne, zambúllase!!"... Anoche, en la casa de mi padre, ella comenta "¡Era una época fantástica… éramos pobres pero era maravilloso!". De golpe yo le dije que había aprendido a ni dar a los catorce años con un chaleco salvavidas y un profesor particular en un club privadísimo...Ay, Sergio me duele, me duele mucho… estoy seguro de que tengo el tímpano reventado. […] Es como si un taladro me atravesara el cerebro. […] (Pero) no se ocupen de mí, sigan con esa conversación absurda, no se molesten por mí.
Marcos: ¡Como para ignorarte!
Iván: Podrían tener un poco más de compasión, ¿no?.
Sergio: Yo puedo tolerar muy bien que la trates a Paula porque en el fondo no me importa que vivas con ella para el res¬to de tu vida.
Marcos: No tenés ningun motivo para oponerte.
Sergio: ¿Y vos qué motivos tenés para no?... quiero decir... ¿para no soportar que yo tenga un Antrios para el resto de mi vida?
Marcos: Tengo mis razones.
Sergio: Aquí hay algo que se me escapa.
Marcos: Yo no te reemplacé por Paula.
Sergio: ¿Acaso yo si te reemplacé por el Antrios?
Marcos: Si.
Sergio: ¡¿Yo te reemplacé por el Antrios?!
Marcos: Si... por el Antrios... y compañía.[…]En otra época, jamás hubieras comprado ese cuadro.
Sergio: ¡¿Qué significa en otra época?!
Marcos: En esa época me distinguías de los demás, me consultabas en todo y hasta opinabas lo que yo opinaba.
Sergio: ¿Hubo una época de esas características entre nosotros?
Marcos: Qué cruel sos... es un comentario mezquino de tu parte.
Sergio: No, te aseguro, estoy atónito.
Marcos: Si Iván no fuera ese ser gelatinoso en que se ha conver¬tido, se pondría de mi parte.
Iván: Seguí nomás, continua agrediéndome… ya te dije que me resbala.
Marcos: (A Sergio) Hubo un tiempo en el que estabas orgulloso de tenerme como amigo…Te felicitabas porque yo era un ser raro, único, que siempre estaba apartado de los demás y que ignoraba todo aquello que no me concernía. Te gustaba mostrar en sociedad ese salvajismo que me caracterizaba mientras que vos vivías tan normalmente. Yo era tu coar¬tada ante ese sentimiento de culpa que tenías al ser como los demás... Pero a la larga, ese afecto tan especial y esa admiración que tenías por mi se agotaron… En el oca¬so de tu vida, conseguiste finalmente tu autonomía...
Sergio: Aprecio ese comentario tuyo de "en el ocaso de mi vida".
Marcos: Yo odio tu autonomía y la violencia con que la manifestás. Me has abandonado, me has defraudado… y lo peor es que para mi hoy sos un traidor.

(Silencio)

Sergio: (A Iván)... ¡Si no me equivoco... él era mi mentor!
(Iván: no contesta. Marcos lo mira de arriba a abajo con desprecio. (Breve pausa) …Y si yo te quería solo en calidad de mentor… ¿vos qué sentías por mi? … ¿de qué naturaleza era este sentimiento?
Marcos: A ver si adivinas.
Sergio: Si, si, pero primero me gustaría oírtelo decir.
Marcos: Me encantaba tu forma de mirarme… me sentía halagado. Siempre te agradecí que me consideraras un ser especial, como aparte del resto. Incluso creí que esta caracte¬rística me ubicaba en un orden superior hasta que un día venís y me decís lo contrario.
Sergio: Qué deprimente!
Marcos: Es la verdad.
Sergio: Qué fracaso…!
Marcos: Si, ¡qué fracaso!
Sergio: ¡Qué fracaso estrepitoso!
Marcos: Para mí sobre todo... Vos en cambio descubriste una nueva familia… ¡tu naturaleza artística que se manifiesta en una idolatría por los objetos!... o por el Artista!, por el método de la deconstrucción!... […]
Iván: ¡Vamos, reconcíliense y pasemos la noche en paz!... ¡Todo esto es risible!
Marcos: Es mi culpa. Nos vimos tan poco en estos últimos tiempos. Yo estuve ausente y mientras tanto vos empezaste a fre¬cuentar la más alta sociedad de nuestro país... Los Rops… los Desprez-Coudert… ese dentista, Guy Hallié… él es el culpable, el que te ha metido… […]Ya ni nos entendemos en una conversación común y corriente.
Sergio: Ignoraba - y recién ahora lo descubro - que me tuvieras hasta ese punto bajo tu batuta y en tu poder...
Marcos: No, en mí poder, nunca... pero no deberíamos dejar jamás a los amigos sin vigilar. Hay que controlarlos siempre sino terminan escapándose...
Mira a este desgraciado, a Iván, que nos encantaba por su comportamiento despreocupado y que permitimos que se vol¬viera un ser miedoso, un ejecutivo de una empresa pape¬lera… y muy pronto -un marido sumiso... Un tipo que me aportaba su originalidad y que ahora se esfuerza en bo¬rrarla….
Sergio: ¡Qué "me" aportaba "...¿te das cuenta de lo que decís?... ¡siempre todo es en función tuya!. Aprende a querer a las personas por si mismas, Marcos.
Marcos: ¡¿Qué quiere decir por si mismas?!
Sergio: Por lo que son.
Marcos: ¡¿Pero qué es lo que son realmente?!, ¡¿qué es lo que son?! . . . ¿fuera de la esperanza que uno pone en la amis¬tad? ... Uno busca con desesperación que un amigo nos preexista . Hasta acá, no he tenido suerte. Tuve que formarlos a ustedes . . . Pero ya ven, no dio resultado. Un día, ese amigo, esa criatura a la que uno ayudó a desarrollar¬se va a comer a la casa de los Desprez-Coudert y para ratificar su nuevo status se compra un cuadro blanco […] fui una sorpresa que al menos duró un cierto tiempo … y que por suerte no nació muerta. . .
Iván: Finkelzohn es un genio. ¡Les advierto que comprendió todo lo que les pasa!
Marcos: Iván, me gustaría que dejases el papel de arbitro y que tampoco te considerases fuera de esta conversación.
Iván: ¿Querés hacerme participar?, ni pensarlo, esto no es asunto mió. ¡Ya tengo el tímpano reventado por tu culpa, ahora arreglen sus problemas solos![…]
Marcos: Mira Iván, lo que no soporto de vos en este momento -además de lo que ya te he comentado y de lo que pienso y nunca te dije - es ese permanente deseo tuyo de que este¬mos a un mismo nivel. Nos querrías iguales para silenciar tu cobardía. Nos querrías iguales en la discusión y no soportas los cambios en la amistad que nos une. Pero nada es igual, somos distintos, y vos Iván, también tenés que elegir un nuevo campo de juego […].
Iván: ¡¿Por qué nos seguimos viendo, si nos odiamos? !... ¡Es obvio que nos odiamos !.. .bueno, yo no los odio, pero ustedes, ¡ustedes se odian!, ¡y me odian!...Entonces, ¿para qué nos vemos? ...Me preparé para pasar una noche tranquilo después de una semana de problemas absurdos, solo quería encontrarme con mis dos mejores amigos, ir al cine, reírme y despreocuparme de todo. No mas dramas, por favor...
Sergio: Te diste cuenta de que solo hablas de lo que te pasa a vos…
Iván: ¿Y ustedes de quién hablan?,¡ todos hablan de sí mismos !
Sergio: Vos nos arruinaste la noche sin ningún motivo...[…]
Iván: ¡Pero qué mierda les hice!..¡Si, qué mierda les hice para que me traten de esta formal! (se deshace en lagrimas) ¡Es despreciable lo que me hacen!. Hubieran podido pe¬learse después de la ceremonia, pero no, han decidido destruir mi casamiento.. .y encima que todos los prepa¬rativos han sido una calamidad para mi: si hasta perdí mas de cuatro kilos. ¡Y ustedes terminan de arruinar mi vida para siempre!, ¡Pensar que los dos únicos seres que me daban con su presencia una pizca de alegría se las ingenian para destrozarse entre ellos! ¡soy realmente un tipo con suerte!...(A Marcos) ¡¿Crees que me encanta ser ,un empleado, cuya única diversión es pegar sobres con la lengua o envolver paquetes?!... ¿a vos te parece que un hombre normal tiene ganas de vender telas de mala muerte o baratijas toda su vida?! ...¿Qué querés que haga?. Ya hice bastante de imbécil hasta los cuarenta años...Si, claro, eso te divertía mis amigos se cagaban de risa con mis estupideces, pero a la noche, ¿quien se quedaba solo como una rata?, ¿quien volvía a su cueva sin nadie a su lado?...Yo, Iván, ese bufón reventado y solitario que entretiene a tanta gente y que sin embargo cuando vuelve a su departamento la única persona que le deja un mensaje en su contestador automático es… ¿quien?... su madre…. su madre y su madre.... y nadie más.

(Corto silencio)

Marcos: No te pongas en ese estado.
Iván: ¡Qué fácil, que es decir "no te pongas en ese estado!... ¡¿quién me puso así?!...Yo no soy ningún retorcido... ni tengo un alma llena de recovecos como ustedes. . .ni soy un exquisito... ¿quien soy?... ¡Un tipo que no tiene peso, sin opiniones formadas, un mísero juguete de las circunstancias, si, un pelotudo!
Marcos: Cálmate…
Iván: ¡No me digas que me calme! ¡No tengo ninguna razón para tranquilizarme, si querés volverme loco decíme que me calme! . . . ¡Cálmate es lo peor que se le puede decir a al¬guien que perdió la paciencia!....No soy como ustedes, no pretendo ser respetado como una autoridad en alguna mate¬ria, ni quiero ser alguien a quien se toma como punto de referencia, ni siquiera ambiciono existir por mí mismo, ¡prefiero ser Iván, ese amigo que es como un duende in¬significante!... Iván, el bufón al que todos olvidan…

(Silencio)

Sergio: De ser posible preferiría no caer en lo patético…
Ivan: Ya terminé.
¿Tenés algo para pellizcar?.. Cualquier cosa… unos palitos salados… es sólo para no desmayarme de hambre…

(Sergio le da un bol de aceitunas que está a mano) […]

Iván: (mientras come las aceitunas) Llegar a tales extremos... desencadenar un verdadero cataclismo y por un simple panel de color blanco...
Sergio: No es blanco.
Iván: ¡Es una mierda de color blanco! ... (Se ríe con una sonrisa loca)... ¡Si es nada mas que eso: una mierda y de color blanco!....¡Reconocelo mi viejo!... ¡La compra que hiciste es insensata! .. ¡Es una locura!..

(Marcos ríe, arrastrado por la desmesura de Iván. Sergio sale del cuarto y vuelve enseguida con el Antrios que coloca en el mismo lugar de antes)

Sergio: (A Iván) ¿Tenés uno de tus maravillosos Marcadores de fibra?...
Iván: ¿Para qué?... ¿no pensarás dibujar en el cuadro?...
Sergio: ¿Lo tenés a mano o no?
Iván: No me apures... espera! (revisa en los bolsillos de su saco)... Si... tengo un marcador azul...
Sergio: Dámelo.

(Iván le tiende el marcador de fibra a Sergio. Sergio toma el marcador, le saca el capuchón, observa un instante la punta, le vuelve a poner el capuchón. Levanta su mirada hacia Marcos y le tira el marcador de fibra. Marcos lo atrapa) (breve pausa)

Sergio: (A Marcos.) Anda. (Silencio) ¡vamos, anímate!...

(Marcos se acerca al cuadro. Mira a Sergio... después le saca el capuchón al marcador de fibra)

Iván: ¡No lo vas a hacer!... ¡no te vas a animar!...

(Marcos mira a Sergio)

Sergio: Anda...
Iván: ¡Los dos están locos de remate!

(Marcos se agacha para estar a la altura del cuadro. Bajo la mirada horrorizada de Iván sigue con el marcador de fibra una de las rayas transversales
(Sergio esta impasible. Después, con gran prolijidad, Marcos dibuja sobre esta pendiente un pequeño esquiador con un gorro. Cuando termina, se endereza y contempla su obra. Sergio esta quieto como si fuera de mármol. Iván esta petrificado)

(Silencio)

Sergio: Bueno...yo tengo hambre. ¿Vamos a comer?

(Marcos esboza una sonrisa. Vuelve a poner el capuchón al marcador y con un gesto juguetón, se lo tira a Iván que lo atrapa al vuelo)

En el final Sergio y Marcos unidos, limpian el cuadro hasta que finalmente recupera su estado original. Los tres amigos culminan la obra con tres monólogos. El de Iván transcurre con la voz ligeramente apagada. Dice que luego del casamiento Catalina fue a depositar flores sobre la tumba de su madre y que mirándola a escondidas lloró. Recordó que su propensión a llorar se manifestó claramente la noche del cuadro blanco en lo de Sergio, después que Sergio le demostró a Marcos, en un acto de pura demencia, que le importaba más él como persona que su cuadro.

Sergio dice que cuando consiguieron con la ayuda de un jabón suizo a base de bilis de buey por fin borrar ese esquiador se volvió hacia Marcos y le preguntó:

“¿Sabías que esos Marcadores de fibra eran lavables?”... “No”, me contestó Marcos… “yo no, ¿y vos?...” “Yo tampoco”, le dije con rapidez...eso si, mintiéndole con todo descaro. En ese instante, debí contestarle, que si, que lo sabía. ¿Pero de esa forma acaso no habría arruinado irremedia¬blemente nuestro período de prueba… con una confesión decepcionante? Además... ¿para qué empezar esta nueva etapa con una traición? … ¡Bueno…. traición tal vez sea una palabra muy fuerte!...Mejor no exageremos. ¿De dónde me vendrá esta tendencia estúpida a ser un hombre demasiado vir¬tuoso?, ¿por qué tendrá que ser tan complicada toda rela¬ción con Marcos?...”

Marcos acercándose al cuadro, dice:
Y la nieve cae, bajo las nubes blancas, ya no se ven ni las blancas nubes, ni la nieve. Ni tampoco la frialdad ni el blanco resplandor del sol. Un hombre solitario, con esquíes, se desliza. Y la nieve cae. Y cae hasta que ese hombre desaparece y todo se vuelve opaco y melancólico a la vez. Mi amigo Sergio, que es mi amigo desde hace tanto tiempo, se compró un cuadro. Es una tela de alrededor de un metro sesenta por un metro veinte. Representa a un hombre que atraviesa un espacio y que por fin termina perdiéndose en medio del horizonte en un punto muy lejano.


FIN
*****

UNA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA

- El teatro

Para Ortega (1946) el teatro más que un género literario es un género visionario. “Lo que oímos en el Teatro lo oímos como dicho por lo que vemos; en el teatro el ver es nuestro “`primario y mínimo hacer’ ”.

La disposición espacial, escenario y butacas, conforma un “cuerpo” compuesto por dos órganos que funcionan uno en relación con el otro: el público y los actores. Mientras que en el escenario los actores se “presentan” y actúan con la intención de “representar” a otras personas que no son ellas mismas, el público que asiste al espectáculo permite que los actores “nos hagan llorar, que nos hagan reír”. La hiperactividad de unos y la pasividad de los otros implica, para el autor, una diferente densidad y presión de realidad.

Es condición imprescindible, permanente y esencial que nada de lo que “hacen”, quienes dramatizan en el escenario, sea «en serio»; su hacer y su decir es irreal y en consecuencia es ficción, es «broma», es farsa. En la farsa el actor se transfigura en un particular personaje, el espectador se metamorfosea en conviviente con dicho personaje, asiste a su vida participando de un mundo irreal, fantasmagórico; la farsa, para Ortega, es “la realización de la irrealidad” El escenario y el actor son una universal metáfora visible y corporizada.

Nuestra vida, continua el autor, es lo más contrario a la farsa que se puede imaginar -es constante y abrumadora «seriedad»; al mismo tiempo, la “farsa resulta ser consustancial a la vida humana”.

Freud (1915b) sostiene que en ese ámbito de la ficción podemos encontrar el sustituto de lo que sentimos que falta a la vida y así “hallamos esa multitud de vidas que necesitamos” (Pág. 292). Identificados en la situación dramática podemos “realizar” acciones heroicas y exitosas o tragedias horrorosas pero sobrevivimos incólumes listos para que, en otra oportunidad, se pueda repetir otra vivencia semejante.


- El humor

Para Freud, el humor, junto con el chiste, constituye una de las variedades de lo cómico. Señala que, más allá de este básico parentesco, demanda recursos para su plasmación que lo convierten en “una de las operaciones psíquicas más elevadas” (1905c, Pág. 216). Sostiene que “es un don precioso y raro, y muchos son hasta incapaces de gozar del placer humorístico que se les ofrece” (1927d, Pág.160). Surge entonces como un medio “elevado” cuando unos afectos displacientes amenazan con imponerse limitando la emergencia de lo doloroso, permitiendo sobreponerse a lo displacentero y adquirir una nueva conciencia de los sentimientos.

Sostiene que la actitud humorística “consiste en que la persona del humorista debita el acento psíquico de su yo y lo traslada sobre su superyó. A este superyó, así hinchado, el yo puede parecerle diminuto […] (y) al superyó puede resultarle fácil sofocar las posibilidades de reacción del yo” (Ibíd., Pág. 161) “Mediante el humor el superyó quiere consolar al yo y ponerlo a salvo del sufrimiento” (Ibíd., Pág. 162).

Lo cómico se nos figura, así, como un movimiento que nos aleja del escenario de situaciones afectivas que tienen un carácter doloroso. De este modo lo plantea Bergson (1924 [1939]) cuando afirma que “cuando se puede asistir a la vida como espectadores indiferentes, los dramas se convierten en comedia” (Pág. 14). En esta misma línea, Chiozza y colaboradores (1993e [1992]) señalan que cuando podemos cambiar la perspectiva, distanciándonos de la situación angustiosa, nos podemos reír. La risa es una manera de sobrellevar la angustia y requiere del ingenio creativo” (Pág. 57). Esta actitud supone un ahorro de un determinado “gasto de sentimiento” (Freud, 1927d, Pág. 157) ya que, como espectadores, nos mantenemos indemnes.

La obra nos suscita, desde un comienzo, un clima afectivo de comedia en el que la hilaridad, suaviza y encubre la crueldad, el cinismo, el sarcasmo y la amargura que aparecen en todo momento. De este modo, la autora, utilizando como recurso el humor, intenta, al modo de un bálsamo, aliviar la tensión de las cosas que se dicen, restándoles importancia como si no fueran “en serio”. Entonces, aunque a veces los personajes no rían, nosotros como espectadores reímos.

Es de destacar que en muchos pasajes de la obra aparecen reclamos entre los personajes por la falta de humor, en los momentos en que el contenido de las palabras alcanzan una intensidad por la cual uno de ellos siente que ha dañado al otro.

Pensamos que este reclamo aparece como un intento de obtener la disculpa a través del humor. Si el otro se lo toma en “broma”, el que injurió siente aliviada su culpa, se siente dis-culpado.


- Los personajes

Marcos

Es un exitoso ingeniero aeronáutico que nos imaginamos que está en las puertas de la tercera edad de la vida. Vive aferrado a una visión práctica y conservadora, y recurre a medicación homeopática para calmar sus “nervios”. Desde hace muchos años comparte la vida con Paula. Su casa la adorna un cuadro figurativo que según parece, corresponde a una pintura flamenca .

Sergio

Hace un tiempo comenzó a cultivar su interés por el arte y recientemente ha concretado la adquisición de una obra de un pintor contemporáneo, medianamente conocido, por una gran suma de dinero en la que ha invertido toda su economía. Es medico dermatólogo de aproximadamente cuarenta años que se ha divorciado hace un tiempo y se siente presionado por su ex mujer para que se haga cargo de sus hijos, al menos, algunos fines de semana.

Iván

Se presenta como un hombre simpático y alegre. Trabaja en una fábrica textil. Está planeando su casamiento con Catalina que es sobrina del dueño de una papelera que lo empleará, al parecer, en un trabajo de mayor jerarquía que el que tiene hasta ahora. Luego nos enteraremos que su puesto de gerente es sólo nominal, ya que desempeñará una actividad secundaria. Sus padres se han divorciado y mantiene una relación de mucha intolerancia con Ivone, la esposa del padre. Dice que la madre es la única persona que lo llama cuando regresa a su casa solo. Iván posee en su casa un cuadro pintado por su padre.


- Análisis de la obra

Para Todorov (2002) la mirada del otro es un componente fundamental para corroborar nuestra existencia. “Es algo que comienza muy temprano, en las primeras semanas de vida del bebe, cuando no se conforma con mirar el mundo, distinguiendo poco a poco en él los personajes familiares, sino que quiere captar la mirada del otro y quiere mirar la mirada. No solo ver, sino ser visto” (Pág. 268). Así Sergio mira a Marcos mirando el cuadro y espera ansiosamente su aprobación.

Marcos no puede creer que Sergio haya gastado en ese cuadro una suma de dinero que considera un despropósito y reacciona con hostilidad. El tenor del desprecio que manifiesta ante la pintura parecería ser expresión de que en él se han movilizado afectos profundos que nada tienen que ver con esa compra.

Sergio, herido por la ofensa, intenta aminorar el daño, al considerar en un principio, que la opinión de Marcos es producto de su ignorancia. Este argumento, de carácter defensivo, le permite no sentirse tan agredido. Es como si dijera “no es contra mí o mi cuadro, es contra el arte moderno en general”; de ese modo intenta preservar su amistad y su autoestima. Luego, al fracasar esta defensa, recurre a atacarlo despreciándolo como él se sintió despreciado.

Pensamos que para Sergio, la compra del cuadro y la ambición de pertenecer al ámbito artístico, implica una fantasía de alejamiento con la ilusión de negar la dependencia que siente de Marcos. Cuando la burla cruel frustra su anhelo de reconocimiento, prefiere creer que Marcos es arrogante a sentir el dolor frente a la necesidad que tiene de su aprobación. Su frase “¡¡me importa un pito tu aval, Marcos!!” expresa justamente la importancia que tiene de ser reconocido. El aval funcionaría, entonces, como una muestra de cariño y también, como un permiso para poder distanciarse sin perder el amor que tanto necesita. Lo acusa entonces de pérfido , proyectando en él la vivencia de traición.

Marcos, en cambio, siente que Sergio presume de conocer el mundo del arte y del artista, las galerías, los marchand... Él, que ignora ese mundo, experimenta desprecio hacia aquello en lo que, en el fondo, siente que no tiene cabida. Al mismo tiempo, habiéndose considerado siempre un personaje central de la vida de Sergio, el interés de su amigo hacia el arte parecería despertarle la sensación de que algo le ha sido quitado, arrebatado. Ahora no importa si el cuadro es o no valioso en sí mismo, para Marcos, Sergio se ha alejado, el cuadro es ahora lo importante en la vida de su amigo y ello motiva su dolor.

Marcos entonces recurre a Iván esperando encontrar en él un aliado, aunque sospecha que, siendo una persona tolerante, no tomará partido. Para Marcos hay dos clases de personas: las intolerantes y las indiferentes. Cree de este modo, que la tolerancia de Iván encubre su indiferencia. Pensamos, en cambio, que la intolerancia de Marcos no implica necesariamente interés en el otro, sino posiblemente la dificultad en aceptar que las acciones de los demás se vuelvan independientes de su voluntad y esas diferencias las experimenta como un alejamiento que no tolera.

Como vemos entre ambos se juega un conflicto semejante. Cada uno es sumamente importante para el otro, pero al mismo tiempo cada uno espera recibir muestras de aprecio: Sergio, recibiendo el aval de Marcos y Marcos, siendo el consejero de Sergio como lo había sido en otras épocas.

Iván, en cuclillas, busca el capuchón del marcador que tiene en la mano.

La pérdida del capuchón del marcador representa en cada uno de los personajes la pérdida de la vivencia de completitud. Esa pérdida configuraría, tal como plantea Chiozza (2009) al hablar de la primera “falta”, la vivencia de mutilación del yo cuando, un nefasto día, descubrimos que el objeto que considerábamos propio posee una voluntad independiente de la nuestra y que no tenemos control sobre él. En este sentido es significativo que a Iván le “irriten los objetos en general”, denotando con ello la angustia frente a la dificultad para retenerlos como una constante vivencia de carencia y mutilación.

Esta primera “falta”, dice el autor, se intenta compensar, en parte, con la fantasía de que “ocupamos el centro del mundo en que vivimos” (2009) y pretendemos ser el protagonista principal y permanente de la vida de los otros. “Cuando este deseo de protagonismo se ve amenazado, porque otros disputan ese lugar, se constituye la segunda `falta’” (Pág. 59). Recurrimos entonces, para sentirnos bien, a pensar en que “las personas importantes que ocupan el centro del entorno en que vivimos, reconocen nuestros méritos”. De este modo, “pensando ser ‘el elegido’, nos recuperamos en parte de no ser protagonista” (Pág. 61). Cuando este deseo de reconocimiento falla porque no alcanza o no dura lo suficiente, se constituye la tercera “falta”.

Para Marcos la pérdida del protagonismo en la vida de Sergio configuraría la segunda falta que reactiva al mismo tiempo la primera. De una manera semejante Sergio busca fallidamente el reconocimiento -tercera falta- por parte de Marcos.

Marcos se siente perjudicado porque la compra del cuadro lo ha dejado herido. Cree además que por la reacción ante su crítica y su risa, Sergio ha perdido el sentido del humor. La frase de Iván “conmigo se va a reír”, intensifica su dolor ya que pensamos que para él implica que entre Sergio e Iván existe un tipo particular de vínculo que Marcos no comparte.

Luego del encuentro con Marcos, Iván se dirige entonces a ver a Sergio. Más allá de lo que pueda comprender del cuadro, no está dentro de sus intenciones enjuiciar a su amigo. Tal vez eso le permite a Sergio aceptar que la adquisición ha sido una locura y reír. En Sergio la risa se manifiesta como una descarga para aliviar la angustia y la culpa por haber dado un paso más allá de lo que se sentía con posibilidades de dar (recordemos que había invertido toda su economía). En Iván, en cambio, pensamos que la risa es una manera de confraternizar con su amigo.

Así como antes Marcos había buscado la complicidad en Iván, ahora lo hace Sergio quien, dolido por las críticas de Marcos, lo acusa a este de tener una actitud arrogante y burlona, de ser avinagrado. Pero, tal como sucedió previamente, Iván por un lado, se posiciona del lado de su interlocutor criticando junto con él al amigo que no está presente y, por el otro, intenta aplacar al modo de un buffer, la intensidad de los afectos que se ponen en juego. Sergio, molesto, le dice: “no veo por qué siempre tenés que tratar de suavizar las asperezas! ¡Deja de una buena vez esa actitud de creerte el gran mediador…”

Hablemos un minuto de Iván: Por momentos lo vemos “jugando” el papel de un ser “superficial”. Este es el sentido que tienen las palabras que le dicen cuando lo califican como un ser “gelatinoso” y “cobarde” y le reprochan que no tome una posición definida en el conflicto. En ese sentido tomar posición implicaría definir amores y odios, y ello podría acarrearle pérdidas que, suponemos, no esta dispuesto a afrontar. Consideramos así que la superficialidad de Iván es un encubrimiento, que su posición en el conflicto adquiere esa cualidad de “cobarde” como parte de una actitud infantil frente al temor de perder el amor de sus seres queridos.

Iván “juega” a “no jugar”. Quizás, en su fantasía no ser alguien le permite ser aceptado por todos (Todorov, 2002). De este modo, intentaría evitar la soledad asegurándose un lugar al precio de la impotencia; pero, como un retorno de lo reprimido, en esta particular búsqueda de aprecio, termina quedando más solo.

Iván en la casa de Marcos, le comenta que en su encuentro con Sergio, rieron.

Para Marcos esta escena le representa, como dijimos, la unión de los dos amigos; por ello, rencoroso, ataca la autenticidad de la risa compartida negando de ese modo el dolor de la exclusión. En la época en que Sergio era “una rata de galerías” y se reía con él, lo hacían en complicidad y, por lo tanto, estaban unidos contra un mundo que consideraban, tal vez, ridículo. Ahora, para Marcos, Sergio ya no se ríe. En el fondo, siente que ya no se ríe con él y esta distancia lo hiere y lo deja solo. Para Marcos aceptar el cuadro le implica tolerar el alejamiento de Sergio; por el contrario, rechazarlo, lo tranquiliza. Sarcásticamente, critica a Iván porque no tolera que algo de la obra lo haya conmovido y que vea, en la realización del cuadro, una intención del pintor, al mismo tiempo, intenta mostrarse superior y así conservar su importancia.

En el intento de negar su vivencia de exclusión le dice a Iván “nadie en su sano juicio detesta la nada” y, si no hay nada, no pasa nada, “no hay drama”.

Una pregunta de Marcos conduce a Iván a cuestionarse acerca de su felicidad. Él admite entonces que no se siente satisfecho ni con su vida ni con su casamiento. Reconoce que hay algo en el modo de conducirse que lo lleva a sentirse así y se le hace manifiesta su permanente duda respecto de las elecciones que toma en la vida. A nuestro entender su incertidumbre es, en realidad, un “refugio” que lo protege de tener que hacer el duelo por la seguridad y la fortaleza ideal que no tiene. Esta situación lo lleva a vivir infeliz y sometido. Nos imaginamos que tal vez ello debe haber sido el motivo que lo condujo a buscar ayuda terapéutica.

Estamos ahora en condiciones, antes de pasar a la siguiente escena, de hacer un breve comentario respecto de la medicación que toma Marcos cuando, al parecer, se exaspera.

Gelsemio e Ignatia, son dos medicamentos usados por la homeopatía para el tratamiento de “enfermedades nerviosas”. El primero es utilizado para tratar los estados generales de ansiedad y angustia . El segundo “es un remedio de la depresión y la pena”. Se aconseja además en pacientes que “tienen tendencia a suspirar o bostezar muy a menudo” y en quienes temen ser heridos emocionalmente y les asusta perder el control . Este último estaría vinculado entonces, a los trastornos hepáticos y, por lo tanto, relacionado a los sentimientos de envidia y celos (Chiozza, 1963a).

En la siguiente escena mientras Marcos y Sergio esperan a Iván para ir al cine y a cenar, se internan en un diálogo de penosas consecuencias. Sergio, desafiante, le comenta a Marcos que a Iván le gustó el cuadro y de esta manera se vuelve a poner de manifiesto la exclusión de Marcos. Marcos, imposibilitado de conciliar con él vuelve a rechazarlo. Este rechazo le disgusta a Sergio ya que necesita que su amigo a través de reconocer que lo que él ha hecho no es una tontería, lo valore como persona. Amargado y con soberbia Sergio lo denigra y lo trata como un ser vulgar, incapaz de apreciar lo valioso por ello le recomienda que lea a Séneca. Luego, engreído dice no tener tiempo y, por lo tanto, tiene que restringirse solo a lo esencial, ya que “entre el consultorio, el hospital y mi ex-mujer…”. De este modo niega la necesidad que él mismo siente de los demás, mostrándose culturalmente superior.

Deducimos que en la época en que Sergio admiraba a Marcos, junto a esa admiración también sufría intensos sentimientos de envidia y rivalidad hacia su amigo. Suponemos que la adquisición del Antrios y la intención de pertenecer al mundo del arte que, como habíamos dicho, debe haber sido vivido con un intenso sentimiento de traición, fue motivada por el deseo de cambiar el rumbo hacia un mundo en el cual Marcos no pudiera competir.

Chiozza (2009) plantea que la amenaza al protagonismo que intentaba compensar en parte la primera “falta” “fundamenta los celos, la rivalidad y la envidia, y que conduce hacia el resentimiento y la amargura” (Pág. 59).

Cuando Marcos lo trata con amabilidad intentando suavizar la amargura de Sergio, éste siente ese trato como condescendencia y falsa humildad: una amabilidad carente de sinceridad, un “tonito dulzón”, casi empalagoso, una sonrisa sarcástica, que le molesta profundamente. Reacciona entonces, repudiándolo y reclamándole autenticidad. Solo con la manifestación de la envidia de Marcos, podría aplacar su amargura y así sería él el envidiado y no el envidioso. Si bien en un principio Sergio necesitaba el aval, comprendemos que ahora el resarcimiento que espera ante la falta de reconocimiento, es el sentirse envidiado.

Para Marcos la situación se vuelve cada vez más penosa: primero el Antrios, luego Seneca, después la falta de humor, y para colmo Iván, al parecer, está de acuerdo... Marcos toma Ignatia.

Marcos le pregunta donde ubicar el cuadro. Esta pregunta la repetirá luego Iván, y representa a nuestro entender, el lugar que Sergio desea ocupar en la vida de los demás. Dice no querer un lugar ostentoso, pero como sabemos la negación es el sucedáneo intelectual de la represión, y bien podemos pensar que, justamente ese es el único lugar en el que anhela estar: el de un protagonismo y un reconocimiento permanentes. Como sucede habitualmente el lugar ideal nunca es el real, el posible. Sergio no se conforma con los lugares posibles para “su Antrios” como expresión de su dificultad para conformarse con el lugar que él puede tener. Recordemos que Chiozza (2009, 2010) sostiene que cuando el reconocimiento falla porque no alcanza o no dura lo suficiente se constituye la tercera “falta”.

La admiración de Sergio hacia el artista incrementan los celos de Marcos. A esta altura Sergio, harto, de esta situación busca una distracción en el cine y la comida como dos modos sustitutivos de satisfacción frente a la intensa frustración que está viviendo. Pero Iván no llega y critica su tardanza como si ese hubiera sido el motivo de que se entablara una discusión mucho mas profunda de la que posiblemente hubieron tenido hasta ahora. Marcos, reconociendo el ardid, le dice, “Vamos, el que te saca de las casillas soy yo y con quien te vengás es con el pobre Iván”.

En soledad ambos admiten que el problema entre ellos trasciende la compra del Antrios. Si bien pensamos que los argumentos que ambos esgrimen son ciertos, al mismo tiempo son parciales ya que la culpa del conflicto está proyectada en el otro. Así mientras Sergio piensa que lo que a Marcos le molesta es el haber hecho algo sin su consentimiento, Marcos considera que este malestar viene de lejos y lo vincula a un momento particular en el que, frente a la degradación que sufrió por parte de su amigo, comenzó a sentir que el tipo de relación que mantenían había empezado a dejar de existir.

Acto seguido aparece finalmente Iván apabullando a sus amigos y concentrando la atención alrededor del tema de la tarjeta de participación de casamiento. A través de este monólogo expresa la dificultad para poder conformar a todas “sus mujeres” y nos muestra nuevamente el drama que vive frente a todas las personas significativas: la dificultad para asumir una posición y el intento de apaciguar y mantener conformes a todos.

Con su llegada el protagonismo ilumina al nuevo integrante y los otros dos se unen en un ataque hacia quien sienten que los desplaza. Ese ataque tiene también el objetivo de separar a Iván de su mujer. Entendemos que ni Sergio ni Marcos toleran que alguien o algo, adquiera mayor importancia que ellos mismos en la vida de los otros. Así vemos como esta situación se repite en distintos momentos, si bien cambian los personajes: Sergio cuando critica a Paula, o Marcos cuando lo hace con el Antrios.

Iván intenta que la atención se desvíe de él y para ello introduce el tema del cuadro y la disputa gira ahora en torno a la existencia o no de los colores. Entendemos que los tonos de los colores simbolizan la amargura que embarga a los tres amigos: algunos en la gama del amarillo, otros del gris y hasta algunas líneas casi ocres, dice Ivan. El color ocre, que es el color del hígado , parece representar los conflictos que se viven en un nivel hepático; así, el amarillo simboliza a los celos y la envidia, y el gris, por su vinculación con la tristeza, al duelo , en el sentido de las pérdidas a las que cada uno se siente expuesto.

Creemos que Marcos no acepta ver los colores porque representa el deseo de anular la dramática situación que vive. En contraposición con ello, aceptar que el cuadro tenga colores podría implicarle el triunfo de Sergio y, por lo tanto, que ha dejado de ser el protagonista de la vida de aquella persona que le daba sentido a su propia vida.

Marcos no puede abandonar un anhelo de protagonismo que lo arruina en una búsqueda infructuosa de vivir del mismo modo a como creía que lo hacía años atrás. Tal vez por eso, Sergio lo ve arruinado, anquilosado, no aceptando los cambios. Pensamos que esta descripción concuerda con lo que plantean Chiozza y colaboradores (1993k) acerca de la rigidez esclerosa que simboliza un sentimiento de disconformidad con el entorno que vive el sujeto cuando las circunstancias cambian y no se adapta a ellas. Así, intentando resistir a la presión de cambio va ingresando en la rigidez y en un aferrarse pertinazmente a sus hábitos y costumbres.

Se incrementa la intensidad de los afectos y las palabras se hacen cada vez más duras hasta que Iván, sintiéndose profundamente herido, decide irse dejándolos con el peso de la culpa por el daño cometido.

Desplazado sobre la figura de Iván, se plantean quien es el culpable del drama que viven. Para Marcos la culpa es de Sergio por haberlo traicionado con nuevos objetos de valoración dejándolo solo; para Sergio la culpa es de Marcos por creerse indispensable e importante para él sin reconocerlo como alguien de valor. Por eso la pregunta: “¿Qué crees que te une a mí?”, parecería contener el reclamo de amor que certifique la significancia que tiene su vida.

Iván vuelve irrumpiendo nuevamente en la escena de modo intempestivo: “¡El regreso de Iván!”, como si entrara un gran personaje, y así corta el clima que se estaba gestando. Dice que regresa porque cree comprender, gracias al análisis con Finkelzohn, que el ataque de Marcos expresa un “profundo desequilibrio psíquico” y ello le permite disculparlo.

Pensamos, en cambio, que ese es sólo un argumento y que Iván regresa porque no tolera sentirse excluido. Dice que volver le representó una experiencia como la de haber atravesado el purgatorio. Con esta metáfora alude a la vivencia de haber tenido que “tragarse su orgullo” para reincluirse en el grupo, ya que no puede prescindir del vínculo con sus amigos. Para Iván ellos configuran “el objeto para el cual él vive” y, por lo tanto, “el juzgado” donde reside su “expediente” (Chiozza, 2005).

Pero la relación con Finkelzhon despierta nuevamente, como antes lo había hecho Catalina, los celos en sus amigos, ya que ahora para Iván, es el analista el objeto admirado y respetado. Por este motivo atacan ese vínculo. Iván no se deja amedrentar y cita la interpretación que su analista le hizo.

Esta interpretación, formulada en un lenguaje intelectual, impide la comprensión del significado. Independientemente de ello, consideramos que si bien roza una conflictiva central, contiene un carácter resistencial. A nuestro juicio no parece tener en cuenta que nos conformamos en los vínculos con los demás y ataca dicha configuración como si fuera posible la existencia de un yo aislado, independiente de su contexto. Comprendemos en cambio que la individualidad de cada uno depende de los vínculos que establecemos con los objetos del entorno y así construimos nuestra identidad .

Volvamos a la obra. La imposibilidad de haber logrado un encuentro entre los tres se manifiesta en el hartazgo y el aburrimiento de Sergio, el deseo de comer de Iván y la necesidad de tomar calmantes por parte de Marcos. De la frustración de todos se hace eco Iván cuando luego, con ironía, enumera los “pasos” que sin entusiasmo, está proyectado llevar adelante en la suposición de que, algún día, eso le traerá el bienestar anhelado. La falta de entusiasmo expresaría un sentimiento de disconformidad consigo mismo y con la realidad en la que vive.

En lo que sigue de la obra se suceden una serie de ataques en los que, además de repetirse las situaciones anteriores, se hace evidente la imposibilidad de abandonar el tema que tanto les importa: el protagonismo y el reconocimiento. En un clima de creciente rivalidad, Marcos se abalanza sobre Sergio a los fines de propinarle una trompada. Iván, como un niño celoso que intenta evitar que los padres se toquen, se interpone entre ellos recibiendo un golpe en la oreja. Así consigue dar por finalizado el diálogo entre los dos y, además, convertirse por unos instantes, nuevamente, en el centro de la escena.

El dolor por el golpe en la oreja representa que aquello que ha escuchado superó la barrera de lo que puede tolerar en su conciencia. Su queja como un intento extorsivo, pretende minimizar la discordia; posiblemente por ello al ver la relación de odio entre sus amigos, interpreta, que entre ellos hay un vínculo de rivalidad semejante al que tiene con Ivone. Recuerda en ese momento que Ivone contó como una cosa maravillosa, en una cena en la casa del padre, que había aprendido a nadar entre “los cadáveres de las ratas”. Él, en cambio, aprendió en un club privadísimo y con un profesor particular. En esta escena Iván triunfa sobre Ivone, sin embargo este aparente triunfo intenta aliviar la vivencia de castración que siente en su vida. Posiblemente esta situación que intentan superar fallidamente a través de la rivalidad, sea lo que Iván percibe en sus amigos.

En este sentido, la situación acomodada que al parecer tenía en su infancia y de la que se jacta frente a Ivone, contrasta con su actual vivencia de fracaso y de inautenticidad al buscar “acomodarse” en la vida a través de un casamiento. Pensamos que la culpa por esta actitud interesada se expresa en la mancha que tiene en la mano y que le muestra a Sergio al inicio de la obra.

Sus amigos no pueden escuchar lo que dice y se entrelazan nuevamente en una discusión. A la manera de una relación paterno-filial, Marcos se siente respecto de Sergio como un padre frente a un hijo adolescente desvalorizado y despreciado en todo lo que dice, y añora aquellos viejos tiempos en que sentía que era “todo” para él, su ejemplo, su mentor y, con la forma arrobada de ser mirado, se sentía halagado, importante y necesario. Melancólicamente, entiende que el alejamiento de Sergio se debe a que no lo controló lo suficiente y que lo dejó “escapar”.

Sergio reacciona con molestia ante esta confesión porque piensa que entonces su valor radicaba solo en la admiración que le prodigaba y que el amor propio exagerado de Marcos le impedía verlo a él como un sujeto con vida y voluntad propia.

La cuestión que ahora se suscita nos lleva a plantearnos qué tan buen objeto de admiración habrá sido Marcos en la vida de Sergio? A partir de lo que hemos comprendido de Sergio creemos que el vínculo debe haber estado inundado, en “aquel entonces”, por los mismos afectos que están presentes en la actualidad. Pero así como “entonces” Marcos se arrogaba una superioridad que lo dejaba a Sergio sometido, impotente y castrado, “ahora” es Sergio quien desea ocupar el lugar de Marcos. Quizás por este motivo Sergio no puede reconocerlo como su mentor y Marcos siente este rechazo como un estrepitoso fracaso.

Si bien Iván no parece jugar un rol trascendente en la disputa, nos preguntamos de qué modo su postura contribuye y estimula la discordia y el reclamo entre los otros dos.

Si observamos detenidamente vemos que Iván, en su particular forma de participar no tomando una posición definida y siendo condescendiente con la opinión de cada uno de ellos, estimula subliminalmente la discordia. Así, los celos, la envidia y la rivalidad se juegan sólo entre sus dos amigos quedando él como un espectador pasivo y víctima inocente del conflicto. Esta actitud impulsa a Sergio a decirle, irritado, que es un pusilánime y un abúlico. Por ese mismo motivo Marcos se enoja y quiere incluirlo en el conflicto de un modo más activo, que cambie su postura y elija un nuevo campo de juego, que tome partido. Pero Iván se defiende de esto haciendo una escena, que es claramente una extorsión melancólica (Chiozza, 1983i) para recaer nuevamente en el lugar de víctima.

Pero Sergio no entra en su juego extorsivo y caratula la escena de patética. Esto le impide a Iván continuar en esa misma tesitura y cambia de tema. Como un niño al que su berrinche no dio resultado dice: “Ya terminé”, pide algo para comer y, en un último intento, justifica este pedido aludiendo a que está “desfalleciendo” de hambre.

El alimento, como un sustituto inadecuado de una carencia intolerable, trae una momentánea calma en la que Iván, en un supuesto deseo de sostener la tranquilidad, señala lo ridículo que es llegar a pelearse por “un simple panel blanco”. Ese comentario cumple eficazmente con la finalidad de volver a poner a sus amigos nuevamente en la disputa y Sergio enardecido intenta rescatar “su” valor –propio- aclarando que no es blanco. Iván entonces, por primera vez toma partido y, desmesuradamente, grita: “Es una mierda de color blanco!... […] reconocelo”. Marcos ha conseguido que Iván certifique su opinión y ríe triunfante. De esa manera cree no tener que hacer el duelo por aquello que creía perdido.

A partir de aquí comienza el final de la obra. Sergio parece actuar de acuerdo al dicho, “si no puedes contra ellos, úneteles” e incita a Marcos a arruinar el cuadro; supuestamente está decidido a abandonar la lucha por aquello que lo enfrenta con su amigo. Para Iván eso es un acto de locura, para Marcos, un desafío. Enseguida veremos que este “darse por vencido”, de Sergio, es solo aparente.

¿Por qué Marcos arruina el cuadro? Creemos que el gesto de incitación de Sergio no le alcanza para calmar la vivencia de envidia y celos que siente; necesita destruir al rival, “hacerlo desaparecer”.

Marcos dibuja un esquiador bajando por una pendiente. Desde un punto de vista, el haber realizado un dibujo sobre el cuadro pintado por Antrios, mantendría su protagonismo a través de su “presencia” (y no ya la de Antrios) plasmada en el cuadro.

Desde otro punto de vista, pensamos que posiblemente el esquiador lo simbolice en este momento de su vida: desolado, como en un páramo y sumido en un clima frío, representando el estado de carencia afectiva en el que siente inmersa su vida.

En el mismo sentido, el hecho que el esquiador esté descendiendo una pendiente, parece significar la vivencia de que sus “ascensos” han quedado atrás y debe enfrentarse con la última etapa de su vida para la cual no se siente preparado. Chiozza (2010) considera que cuando el protagonismo y el reconocimiento fracasan, porque no logran aliviar la primitiva carencia, “surgida frente a la imposibilidad de transformar al objeto de amor en una parte indisoluble de nuestro propio ser” (Pág. 186), intentamos compensar la “falta”, “si logramos embarcarnos en la construcción de una obra que, por pequeña que sea, adquiera un valor que trascienda un exclusivo interés individual y, sobre todo, se independice del afán de protagonismo y reconocimiento” (Pág. 187). Cuando se postergan las renuncias que ya son inevitables, y solo queda la nostalgia, la posibilidad de elaboración de los duelos se hace cada vez más dolorosa y difícil.

En este sentido, Marcos, cada vez más alejado de sentirse protagonista en la vida de Sergio ni reconocido en sus valores como hubiera deseado (segunda y tercera falta), ni pudiendo ingresar en una etapa en donde predominen concreciones hacia un proyecto trascendente, sólo le resta el débil sustituto que corresponde a un triunfo maníaco que le permite, por un instante, volver a creerse valioso.

El final de la obra se nos presenta, superficialmente, como un “final feliz” . Sergio y Marcos limpian el cuadro mientras Iván observa y aprueba el trabajo realizado. Las “marcas de la lucha”, se han borrado y como si hubieran despertado de un mal sueño, “aquí no ha pasado nada”. Pero los monólogos finales de cada uno de ellos revelan otro transfondo.

Iván nos muestra la tristeza y la pena por no sentirse amado de la manera en que ve que les sucede a los otros. Percibe en los demás, un compromiso en las relaciones afectivas del que él se siente ajeno. Pensamos que tal vez el haber podido hacer conciente esta carencia le implique algún grado de elaboración.

Sergio no parece haber elaborado algo. Limpia el dibujo realizado por Marcos con jabón de bilis de buey, lo que nos produce la impresión de que la envidia y los celos continúan presentes a pesar de que, supuestamente, ya no se perciben. Pero el hecho que haya sabido de antemano que el marcador fuera lavable da cuenta que la vivencia de traición, que había querido eliminar al darle a Marcos el marcador para que dibuje el cuadro, se mantiene vigente. Se pregunta “por qué tiene que ser tan complicada toda relación con Marcos”. Pensamos que es una relación conflictiva para él, justamente por el deseo de negar la importancia que tiene Marcos en su vida que lo conduce a “vivir traicionándolo” y sentirse con culpa; esta situación lo haría sentirse cada vez más dependiente y con más ganas de traicionarlo.

Así como Marcos dio comienzo a la obra también dice las palabras finales como si cerrara el drama en el que estuvieron involucrados los tres amigos. Pero, a diferencia del inicio donde todavía se sentía “alguien”, en este momento siente que es “un hombre que desaparece” y entonces todo su mundo se vuelve opaco y melancólico expresando el dolor por los recuerdos idealizados como “aquellos buenos viejos tiempos”. Marcos siente que Sergio se le ha ido para siempre y ante la dificultad para hacer el duelo sólo le queda la melancolía ante la imposibilidad de volcarse hacia una actividad trascendente.

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