lunes, 23 de mayo de 2011

CONSIDERACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO DE DEPENDENCIA

Darío Obstfeld

CONSIDERACIONES SOBRE EL SENTIMIENTO DE DEPENDENCIA

“...cuando los adultos pretendemos ser cuidados como si fuéramos criaturas, corremos el riesgo de quedar más abandonados, más solos, y con el dolor de una ilusión rota.”
(L. Chiozza, 1986a, pág. 119)

En una de sus acepciones más habituales, el término “dependencia” alude a una relación de subordinación o sometimiento. “Dependiente” es quien depende de otro, en el sentido del “estar una persona sometida a la autoridad o voluntad de otra” (Moliner, 1991; Salvat, 1972; DRAE, 1960).

Si bien en su uso habitual suele tener una connotación negativa, Racker (1960) sostiene que la dependencia es necesaria e inevitable: en la medida que todo amar liga y todo ligamen hace depender, no existiría vínculo en el que no se establezcan dependencias. El hombre, considera Chiozza, vive influyendo a otros y recibiendo influencias de los demás, “nacemos y existimos en una red compleja de interdependencias [ ] es decir, de redes de ‘dependencias recíprocas’, algunas mas concientes y otras que permanecen inconcientes” (Chiozza cit. por Casali y Nagy, 2004, pag. 102) .

Si toda relación configura una dependencia o interdependencia recíproca, es posible pensar que cuando en uno u otro miembro de una relación aflora a la conciencia un sentimiento de dependencia, teñido de malestar e incomodidad, esta vivencia correspondería al fracaso en la natural interdependencia que configura todo vínculo. En este sentido, Racker (1960) distingue la dependencia normal, basada en la capacidad de depositar la libido en el objeto confiando en la buena respuesta de su parte, de la dependencia neurótica inherente a una relación donde predomina el “amor con temor y odio neuróticos” (pág. 306).

Esta vivencia de dependencia puede llevar muchas veces a buscar una “solución” a través del deseo de “independencia”; deseo que, en la medida que es sentido como la aspiración a prescindir del objeto, se constituye como una formación reactiva a la dependencia neurótica y se manifiesta como el “rechazo a la entrega libidinal” (Racker, 1960; pág. 307). Se constituye, entonces, como una actuación maníaca, con el fin de “arreglárselas solo”. Dicha situación deja muchas veces al sujeto sometido a una seudoindependencia, que no nace de un crecimiento yoico sino del conflicto de ambivalencia, configurándose, como sostiene Racker, una independencia tan o más neurótica que la dependencia neurótica.

En relación a esta temática, Melanie Klein (1957), con anterioridad a Racker, había planteado dos modalidades defensivas: a) la necesidad de una dependencia extrema, que tendría por finalidad la defensa contra la soledad, y b) el apartamiento del contacto con las personas, una “necesidad de independencia”, que puede tener por finalidad última intentar evitar la gratitud o la culpa por la ingratitud y la envidia. Concordantemente con Racker, la autora sostiene que “esta independencia es en realidad completamente falsa, ya que el individuo permanece dependiendo de su objeto interno” (Klein, 1957; pág. 224). De modo que “la huida hacia el objeto interno, que puede expresarse en la temprana infancia mediante la gratificación alucinatoria, se emplea a menudo defensivamente en un intento de contrarrestar la dependencia con respecto al objeto externo. En algunos adultos esta actitud conduce a un rechazo de toda relación amistosa, lo cual, en casos extremos, es un síntoma de enfermedad” (Klein, 1963; pág.318 ).

Nos interesa, en esta ocasión, comprender algunas vicisitudes de la vivencia o sentimiento de dependencia conflictiva y su expresión en el vínculo transferencial en la situación analítica .

Sabemos que el analista puede recibir la transferencia de aspectos superyoicos, de antiguas situaciones de peligro caracterizadas por el temor a la pérdida del amor de los objetos originarios o sus representantes (Freud, 1926d[1925]), de quienes depende en la realidad o en la fantasía, el alimento, la seguridad y protección. Agreguemos a ello que, como sostienen Chiozza y colab. (1993b[1992]) a partir de ideas de Freud (1914c) “la autoestima siempre surge, y se mantiene, vinculada al cumplimiento del ideal [superyó]” (pág.49).

Contratransferencialmente puede haber, además, situaciones que incrementen la vivencia de dependencia del paciente, a partir de la dificultad del analista para elaborar sus propios sentimientos de dependencia neurótica. Esta dificultad puede conducir, por ejemplo, a que el analista se ubique fácilmente en el lugar del superyó, y desarrolle actitudes o interpretaciones con tinte crítico o pedagógico, que faciliten la proyección del paciente de sus aspectos superyoicos.

Es frecuente que uno de los medios de los que el paciente “intenta valerse” para obtener (o conservar) el amor del analista, sea demostrarle sus logros, como antes a sus padres. La dificultad para concretar sus proyectos, unida al temor de no satisfacer al objeto (que puede sentir siempre descontento con lo que él consigue), puede conducirlo a la vivencia de no “estar a la altura”, de no tener suficiente mérito para conservar el amor del objeto (Chiozza, 2004) . Esta situación podría ser sentida como una dependencia conflictiva que haría renacer el desamparo infantil y podría, entonces, ser sentida como humillante.

Agreguemos a ello que, en tanto el paciente desea ser amado por el analista, en quien ha depositado dichos aspectos superyoicos, puede vivir las respuestas por parte de éste como muestras de amor o de falta de amor, acorde a si coinciden o no con sus necesidades y deseos.

Inmerso en esta dependencia conflictiva, el paciente podría buscar defenderse paranoicamente de esta vivencia penosa, acusando al analista o al análisis de “crear” o fomentar su dependencia. De este modo, identificado con el superyó, invertiría la situación haciendo activamente lo que sufre pasivamente, buscando intensificar inconcientemente el sentimiento de dependencia del analista (quien también depende de su paciente), mediante la falta de reconocimiento de su labor o amenazando con el abandono del tratamiento. En ese sentido, Chiozza (2004) ha sostenido que a través de su crítica, el paciente puede expresar la fantasía omnipotente de que él sabe mucho mejor qué y cómo se deben hacer las cosas, así como el intento de someter al analista a su voluntad.

En una modalidad melancólica, el paciente podría autorreprocharse de inútil y pusilánime por su dependencia, encubriendo de este modo la crítica que dirige al analista por su incapacidad. También, como expresamos anteriormente podría, maníacamente, adoptar conductas de pseudo independencia, desconociendo su necesidad de ayuda por parte del analista.

Si bien en la actitud paranoide la irresponsabilidad es central y casi manifiesta, comprendemos que todas las defensas configuran formas de irresponsabilidad encubierta (Chiozza, 1995) . Es posible pensar que estas tres modalidades defensivas coexistan alternándose sucesivamente unas con otras, y que un común denominador a todas ellas esté dado por el hecho de que en esta modalidad vincular que describimos, el paciente busque delegar la responsabilidad de su vida en manos del terapeuta. De esta manera, su desarrollo y sus logros dependerían exclusivamente del terapeuta o de la terapia, y podría conservar la fantasía mágica de que con sólo ”depositarse” en el análisis, su vida estará bien encaminada. Podemos pensar que, contrariamente al malestar que manifiesta frente a la dependencia, secretamente la anhela, pues fantasea que así se siente protegido y asegurado contra el fracaso.

Dicho deseo de dependencia, podría contener la fantasía optativa de que a cambio de una “entrega” pasiva, vivida como “estar en manos de …”, el objeto tendría la “obligación” de hacer lo que el sujeto quiere y de darle la vida que desea, evitando de este modo, ilusoriamente, el tener que hacerse cargo de las consecuencias y del esfuerzo hepático que implica realizar su vida. Por lo tanto su “entrega” no resulta del todo genuina, ya que si así fuera no objetaría las acciones del otro (ni siquiera cuestionaría la dependencia que dice que le genera). En este tipo de vínculo, al sujeto no le molestaría la dependencia (de la que se queja) si el objeto hiciera las cosas del modo como él desea. La dependencia conflictiva entrañaría, de este modo, el deseo de depender y el deseo de dirigir al objeto del cual se depende (Chiozza, 2004) . En otras palabras, lo que molestaría de la dependencia es que el otro no haga lo que uno quiere.



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Bibliografía

Casali L. y Nagy C. (2004) “Acerca de la dependencia”. Simposio 2004 Fundación Luis Chiozza. Bs.As. 2004
Chiozza, L. (1986a) “Con los cables pelados”, en Por que enfermamos. Luis Chiozza - Alianza editorial, 3º edición., Bs. As, 1997
Chiozza, L.; Baldino, O.; Dayen, E.; Obstfeld, E; Repetto J. B. (1993d[1992]) “El significado inconciente de la hipertensión arterial”. En La transformación del afecto en enfermedad. Luis Chiozza- alianza Editorial, Bs.As, 1998. págs. 31-64
Freud S, (1914c) “Introducción del narcisismo”, en Obras Completas, Amorrortu Editores, Bs. As., 1976, Tomo XIII, págs. 213-240
Freud, S.(1926d [1925]) Inhibición síntoma y angustia, en O.C. T XX, Amorrortu editores, Bs. As., 1985
Klein, M. (1957) “Envidia y Gratitud”. En O.C., Paidos, T3
Klein. M. (1963) “Sobre el sentimiento de soledad”. En O.C. Paidós, T3
Moliner, M.(1991) Diccionario de uso del español. Editorial Gredos, Barcelona, 1991
Racker, H. (1960) Estudios sobre técnica psicoanalítica. Editorial Paidos. Bs. As., 1990
Real Academia Española (1960) Diccionario de la lengua española. Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1992
Salvat (1972) Enciclopedia Salvat Diccionario. Salvat editores. Barcelona 1972

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